Rumania y Polonia votan por Europa
El alcalde europeísta de Bucarest presidirá su país mientras el de Varsovia, también defensor de la UE, parte con ventaja para la segunda vuelta


La idea de Europa resiste frente a la ultraderecha euroescéptica cuando es capaz de movilizar a los electores, como se ha demostrado en los comicios presidenciales celebrados este domingo en Rumania y Polonia. En el primero de los países se ha alzado con la victoria el alcalde de Bucarest, el independiente Nicusor Dan, comprometido con la construcción europea y favorable al incremento del gasto en seguridad frente a la agresión de Rusia. En el segundo, Rafal Trzaskowski, alcalde europeísta de la capital, Varsovia, ha obtenido el mayor número de votos en la primera vuelta, aunque el 1 de junio se enfrenta al reto de recoger los de los candidatos que no han pasado a la segunda —dos de ellos ultraderechistas— y movilizar al resto del electorado, como ha hecho Dan en Rumania.
Ambos países tienen un alto valor en la partida que se juega no solo entre Kiev y Moscú —los dos son vecinos de Ucrania—, sino también entre los partidarios de la integración europea y quienes tratan de socavarla desde dentro enarbolando la bandera del ultranacionalismo. Aunque los presidentes tienen poderes limitados, bastan para desequilibrar la actual correlación de fuerzas. La jefatura del Estado en manos de una extrema derecha simpatizante de los enemigos de la UE —aunque matizada en Polonia por el sentimiento antirruso del iliberal PiS (Ley y Justicia)— habría debilitado la Unión y acrecentado la influencia que Putin ya ejerce sobre Hungría y Eslovaquia.
El peligro que significaba la caída de Rumania del lado putinista explica en buena parte la intensa movilización del electorado, consciente de que la vecina Moldavia está dividida por la secesión —sin reconocimiento internacional, pero con tropas rusas sobre el terreno— de Transnistria, un conflicto congelado a disposición de Putin. El regidor de Bucarest, Nicusor Dan, ha remontado 30 puntos respecto a la primera vuelta, un resultado que desenmascara las injerencias rusas en la convocatoria electoral de noviembre, anulada por el Tribunal Supremo, en la que venció el candidato de la extrema derecha, Calin Georgescu. Igualmente, desautoriza los intentos de su rival, el también ultra George Simion, de declararse este domingo vencedor al estilo de Donald Trump en 2020.
Son buenas noticias para la UE las que llegan de Bucarest y, por ahora, de Varsovia. En dos semanas los polacos volverán a las urnas para decidir el futuro de su país y, en parte, el de Europa. La vieja polarización entre derechas e izquierdas ha quedado solapada por la que se juega ahora entre el retraimiento nacionalista hostil a Bruselas y la unión más estrecha entre los europeos. El primero, representado por fuerzas de ultraderecha que sueñan con aplicar en sus países los programas autoritarios que llegan desde el Washington de Trump y el Moscú de Putin. La segunda, por personalidades cosmopolitas y de talante liberal que son, no por casualidad, alcaldes de sus capitales.
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