Viejas contra nuevas masculinidades: el debate que agita Cannes
La actitud de Tom Cruise y Leonardo DiCaprio en sus apariciones en el festival choca con las de Paul Mescal, Pedro Pascal, Alexander Skarsgård, Robert Pattinson o Harris Dickinson

“La masculinidad, para mí, siempre está cambiando”. A sus 29 años, Paul Mescal forma parte de una generación de actores que en actitud, maneras de presentarse ante la vida y proyectos elegidos se ha alejado por completo de viejas maneras de intérpretes de otros tiempos. En realidad, tiene que ver más con esos comportamientos que con la edad, y este festival de Cannes lo ha confirmado: entre Leonardo DiCaprio y Pedro Pascal, ambos de 50 años, hay tan solo seis meses de diferencia, pero todo un mundo de planteamientos vitales.
En esta 78ª edición de certamen de Cannes, este choque entre viejas y nuevas masculinidades se ha visto desde la pantalla hasta la alfombra roja. La testosterona esparcida en el pase de gala de Misión: Imposible. Sentencia final surgía de la figura de Tom Cruise, que bulle en su reto de siempre más alto, siempre más fuerte, siempre más lejos. En Cannes no protagonizó ninguna locura, aunque pocos días antes se subiera al tejado de un cine IMAX en Londres. En su riesgo por el riesgo ya ha asegurado que puede que no haya más partes de esta saga, pero que él jamás se retirará. Es más, por suerte, su personaje Ethan Hunt es pura ficción: a su lado han ido muriendo equipo tras equipo de amigos y colaboradores; y qué decir de los personajes femeninos, especialmente si por esas mujeres Hunt tenía un interés sentimental: han sido asesinadas incluso con un explosivo en el interior de su cerebro.

Otro de los machos alfa presentes en la Croisette, Leonardo DiCaprio, solo hizo una aparición pública: en la gala de inauguración él le entregó la Palma de Oro de honor a Robert De Niro. El gran teatro Lumière bullía de emoción, y hasta el lacónico De Niro se abrazó a Leo con cariño, al que llamó su “chico”, algo que recibió DiCaprio con pavorosa sequedad.

En cambio, Pedro Pascal, Harris Dickinson (que ha debutado ya como director en la interesante Urchin), Alexander Skarsgård —que aparenta dos décadas menos de sus 48 años—, Joaquin Phoenix, Paul Mescal o Robert Pattinson manejan otras maneras. También pertenece a esta banda Josh O’Connor, que tiene dos películas en la Competición (The Mastermind, que clausura la competición, y The History of Sound, que le ha reunido con Mescal), pero que no podrá acudir hasta el sábado al festival por culpa de un rodaje, u otras estrellas como Tom Holland o Timothée Chalamet.

Parece complicado que DiCaprio se atreva a ir a un photocall con un top de Calvin Klein sin mangas con los costados abiertos como hizo Pascal en el de su película Eddington. Skarsgård se lanzó a un traje negro clásico, pero con botas de Saint Laurent hasta casi la ingle para pasar por la alfombra roja, aunque en la gala de su película Pillion —en la que encarna al líder de una banda de motoristas gays sadomasos que inicia una relación con un aparentemente pusilánime controlador de tickets de aparcamiento— fue con un pantalón de cuero y una camiseta blanca. En aquel pase entró Pascal como uno más del público, y al acabar la proyección, tras los aplausos, Skarsgård y él se fundieron en un abrazo y el sueco le besó: ha sido el momento viral de este Cannes.
Skarsgård mantiene una carrera muy similar a la de su padre, Stellan, navegando fuera de modas y haciendo lo que quiere. El mejor ejemplo de la ironía y simpatía que destila en sus apariciones públicas está en la foto que ilustra su ficha la web IMDb, la gran enciclopedia del audiovisual, en la que posa con chaqueta, camisa y pajarita de esmoquin, unos minúsculos calzoncillos y calcetines con ligueros para sujetarlos.

Dickinson tampoco ha alcanzado los 30 años, y sin embargo, puso su emergente carrera de actor en pausa (logró la fama con El triángulo de la tristeza y fue el objeto de deseo de Nicole Kidman en Babygirl) para rodar su primera película como director, Urchin, que se nutre del paisaje humano que le rodeaba en su infancia y adolescencia en el conflictivo barrio londinense de Walthamstow. De Pattinson es sobradamente conocida su pasión por el riesgo artístico y su gigantesca capacidad para reírse de sí mismo y de algunas películas malas en las que ha participado, “como aquellas de los vampiros”, como le dijo a EL PAÍS en el festival de San Sebastián. La misma ambición por el riesgo artístico de Joaquin Phoenix.
Tal vez en el cine nos estamos alejando por fin de los personajes masculinos tradicionales, alfa y protagonistas”Paul Mescal
Son irónicos, divertidos, en las presentaciones públicas apuestan por la burla y la ligereza, aunque en lo social son bastante comprometidos. En la moda van desde la desgana estudiada a la última tendencia. Nunca pierden de vista el factor artístico del cine, y desde luego, tienen claro el cambio de paradigma en lo masculino. El jueves por la mañana, en la presentación de The History of Sound, Mescal habló de esa masculinidad. En el filme encarna a un estudiante de canto que se enamora de un etnomusicólogo (O’Connor) y juntos van a grabar canciones folk en la América profunda previa al inicio de la I Guerra Mundial. En ese viaje consolidan su amor. “La amabilidad está subestimada en las relaciones románticas y debería ser celebrada en la vida” aventuraba el irlandés. “Por suerte, este filme es una celebración entre el amor de estos hombres y no la represión de su sexualidad, como Brokeback Mountain”. Y explicó: “Tal vez en el cine nos estamos alejando por fin de los personajes masculinos tradicionales, alfa y protagonistas”.
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