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‘The Last of Us’: los últimos serán los primeros

La serie de Craig Mazin, deudora del videojuego, tiene una tesis que apunta con precisión a la venganza, a la espiral interminable de odio que despierta

Fotograma de la nueva temporada de 'The Last of Us', dirigida por Kate Herron.
Paloma Rando

En el último episodio de la segunda temporada de The Last of Us —sí, a partir de aquí habrá spoilers—, cuando Ellie y Jesse entran en una librería, en una de sus paredes podemos leer: “Todo tiene moraleja si la encuentras”. Esa aseveración tiene implicaciones controvertidas, sobre todo cuando cada vez se dota más a los hechos traumáticos, para asumirlos, de carácter vivificador: gracias a que me ocurrió esta desgracia, hoy he aprendido, hoy soy, hoy he crecido. Yo no creo en el dolor como motor, ni la agonía como bendición, ni en el tormento como aprendizaje. Que uno pueda aprender de él no lo legitima. Soy más de la escuela de Woody Allen en Annie Hall: la vida está llena de soledad, miseria, sufrimiento… y se acaba demasiado rápido. La comida es terrible y las raciones son pequeñas.

Dejando de lado ese matiz, lo que sí podemos tener claro es que no nos hacía falta un aforismo en un muro para entender que The Last of Us sí tiene una moraleja sólida, bien construida, profunda, que ya esbozó en su primera temporada y coge cuerpo en esta segunda. Una tesis, deudora del videojuego, que apunta con precisión a la venganza como callejón sin salida, a la espiral interminable de violencia y odio que despierta. Y lo hace utilizando el punto de vista como herramienta maestra.

Forma y fondo, en este caso se funden con esmero y no devoran la trama, el peligro que suelen correr las historias con una conclusión tan clara. Porque desde que empezó la serie, el espectador va con Ellie y con Joel, entiende —no disculpa— que la matanza que perpetró Joel para salvar a Ellie es un acto de egoísmo rampante fruto del amor que sentía por ella. Y esto desencadenó lo que hemos visto y sufrido en esta temporada —dios santo, aún tengo sudores fríos recordando el segundo episodio, nadie quiere ver morir a Pedro Pascal, y menos así—.

¿Pero qué habría pasado si nuestra experiencia, desde el comienzo, hubiese sido la de Abby? ¿Cómo habríamos vivido el asesinato de su padre? ¿Habríamos empatizado con sus ansias de venganza? Para dar respuesta a estas preguntas, la tercera temporada de The Last of Us, tal y como ha apuntado el final de la segunda, se centrará en ella. De monstruo final del videojuego a protagonista. No es relativismo moral, es el dibujo completo para entender qué nos quiere contar esta historia.

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Sobre la firma

Paloma Rando
Redactora, columnista y guionista de televisión. Empezó a trabajar en el medio en 2006, en el departamento de vestuario de diferentes series, y dio el salto a guion en 2012. Su último trabajo emitido es 'Señoras del (h)AMPA'. Ha desarrollado series para Alea Media, Shine Iberia, Secuoya, Zeta studios y Suma content, entre otras productoras.
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