Charlotte Perriand: la pionera arquitecta que diseñó el futuro, recuperada por Louis Vuitton
En sus primeros años de carrera dibujaba estampados para cojines. Cuando alcanzó la fama como diseñadora industrial muchos acabaron en un cajón. Hoy, un siglo más tarde, la firma sa los recupera

Cuenta la leyenda que cuando Charlotte Perriand fue al estudio de Le Corbusier a buscar trabajo, la rechazaron con la frase “Lo sentimos, aquí no bordamos cojines”. Palabras de las que el arquitecto se arrepintió poco después, al encontrarse con el bar en acero y cristal que Perriand construyó en su propio apartamento, y que le hizo querer contratarla en el acto. Durante esa etapa en el estudio conjunto de Le Corbusier y Pierre Jeanneret, la arquitecta y diseñadora fue responsable de algunas de las piezas de mobiliario más icónicas de los últimos 100 años, aunque la gran influencia de Perriand en la historia del diseño en absoluto se restringe a ese periodo de asientos de acero tubular.

Casi un siglo después de la visita al estudio de Le Corbusier, Louis Vuitton reedita algunos de los primeros diseños de Perriand precisamente en una colección de cojines y almohadones. Todo un gesto de desagravio para aquella joven que recorría los estudios con sus motivos en el porfolio. La propuesta forma parte del nuevo capítulo Louis Vuitton Home Collections, la primera división de la maison dedicada al arte de vivir y que abarca cinco categorías de producto centradas en el interiorismo y la decoración.

Los motivos de Perriand para esta colección en lana y cachemire fueron creados entre 1922 y 1927, muchos de ellos procedentes de su época formativa en la Escuela de la Unión Central de Artes Decorativas de París. Arrinconados durante décadas, fueron recuperados por la hija de Perriand, Pernette, para incluirlos en el archivo que gestiona junto a su marido Jacques Barsac. “Estos diseños de juventud estuvieron a punto de acabar en la basura”, explica Pernette a S Moda. “Los rescaté del piso de mi abuela al final de su vida. Charlotte estaba entonces en Japón. El dibujo en punta de diamante lo descubrió hace más de 10 años una diseñadora gráfica de Louis Vuitton en uno de los dibujos académicos de Charlotte. Hay que tener paciencia y la mirada atenta”, elabora.

Perriand era una mujer vitalista, viajera, amante del deporte, poseedora de enorme curiosidad y una inclinación por lo sensorial, valores que Pernette encuentra reflejados en la colección textil, que incluye motivos como el titulado J’aime la montagne (Amo la montaña). “Veo la inventiva, la alegría, la elegancia, el placer visual y la sensualidad de los materiales”, observa. La diseñadora animaba a su hija a vivir con “los ojos abiertos como abanicos”, abierta al mundo y siempre buscando la alegría de vivir y crear. “El vínculo entre lo visual y lo sensual era muy importante para Charlotte”, reflexiona. Su manera de diseñar tenía que ver con maneras de vivir establecidas sobre principios de justicia social. Como una de las pocas mujeres en un entorno dominado por figuras masculinas, su práctica no solo desafiaba los cánones estéticos, sino también las estructuras sociales que relegaban a la mujer al ámbito doméstico. En el contexto de transformación económica y cultural de una Europa afectada por conflictos, ella entendía el diseño como una cuestión política: una herramienta para reconfigurar las condiciones de la vida cotidiana y favorecer relaciones más igualitarias. Sus diseños modulares, que se adaptaban a espacios pequeños, respondían a las necesidades de vivienda digna de las clases trabajadoras. Sus planes para edificios de vacaciones tenían que ver con el derecho universal al descanso, una noción revolucionaria en un momento en que el ocio se veía como un privilegio de pocos. A su vez, sus residencias con estancias abiertas querían evitar el aislamiento de las amas de casa en la cocina, proponiendo una organización del espacio doméstico que favoreciera la interacción.

Pese a sus firmes principios de accesibilidad, funcionalidad y equidad, una colaboración con una firma de lujo no resulta algo descabellado. “Seguramente le habría encantado trabajar con los equipos de Louis Vuitton como lo hacemos nosotros desde 2013”, aporta su hija. “Sus padres trabajaban en el mundo del lujo. Vivían cerca de Place Vendôme en París. Su madre confeccionaba chalecos para las grandes casas de moda parisinas, y su padre era cortador para Cumberland, una marca inglesa de la época. El universo del lujo con el que convivía a diario en el taller de su madre transmitió a Charlotte Perriand el gusto por los materiales bellos, un savoir faire excepcional, la elegancia y la exigencia”.

En la actualidad, este afán de elevación de la vida cotidiana, y la conexión entre belleza y ética, resulta más relevante que nunca. El archivo de Perriand, que su hija mantiene vivo a través de libros, exposiciones o conferencias, representa una valiosa fuente de ideas que, en estos tiempos que corren, no deberían ser olvidadas ni darse por supuestas. “Todas las colecciones de muebles, iluminación, alfombras, telas y fotografías de Charlotte Perriand que publicamos con nuestros socios, contribuyen a perpetuar la obra de mi madre, darla a conocer y hacerla revivir en el mundo contemporáneo”, argumenta Pernette. “Para mí es muy importante que las nuevas generaciones descubran cómo, hace un siglo, una mujer joven se convirtió en una gran creadora de la historia de la modernidad al mismo nivel que los hombres. Pero también es importante que los jóvenes se identifiquen con los valores de libertad y compromiso al servicio de la humanidad que defendía Charlotte”.

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