window.arcIdentityApiOrigin = "https://publicapi.elpais.noticiasgauchelpais.noticiasgauchas.com";window.arcSalesApiOrigin = "https://publicapi.elpais.noticiasgauchelpais.noticiasgauchas.com";window.arcUrl = "/subscriptions";if (false || window.location.pathname.indexOf('/pf/') === 0) { window.arcUrl = "/pf" + window.arcUrl + "?_website=el-pais"; }¿Cómo se recupera una persona que ha sufrido un trastorno psicótico? | Salud y bienestar | EL PAÍSsection:first-child:not(.b-m)+.b:before{height:calc(100% + 3.5rem)}.a .a_e{padding-top:1.5rem}}@media (max-width: 575.98px){._g-xs-none{display:block}.cg_f time .x_e_s:last-child{display:none}.scr-hdr__team.is-local .scr-hdr__team__wr{align-items:flex-start}.scr-hdr__team.is-visitor .scr-hdr__team__wr{align-items:flex-end}.scr-hdr__scr.is-ingame .scr-hdr__info:before{content:"";display:block;width:.75rem;height:.3125rem;background:#111;position:absolute;top:30px}}@media (max-width: 767.98px){.btn-xs{padding:.125rem .5rem .0625rem}.x .btn-u{border-radius:100%;width:2rem;height:2rem}.x-nf.x-p .ep_l{grid-column:2/4}.x-nf.x-p .x_u{grid-column:4/5}.tpl-h-el-pais .btn-xpr{display:inline-flex}.tpl-h-el-pais .btn-xpr+a{display:none}.tpl-h-el-pais .x-nf.x-p .x_ep{display:flex}.tpl-h-el-pais .x-nf.x-p .x_u .btn-2{display:inline-flex}.tpl-ad-bd{margin-left:.625rem;margin-right:.625rem}.tpl-ad-bd .ad-nstd-bd{height:3.125rem;background:#fff}.tpl-ad-bd ._g-o{padding-left:.625rem;padding-right:.625rem}.a_k_tp_b{position:relative}.a_k_tp_b:hover:before{background-color:#fff;content:"\a0";display:block;height:1.0625rem;position:absolute;top:1.375rem;transform:rotate(128deg) skew(-15deg);width:.9375rem;box-shadow:-2px 2px 2px #00000017;border-radius:.125rem;z-index:10}} Ir al contenido
_
_
_
_
Salud mental
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Cómo se recupera una persona que ha sufrido un trastorno psicótico?

Recobrarse de una experiencia psicótica no es tan sencillo: nadie se recupera solo y lo que hagamos las personas alrededor resulta fundamental

Counseling
Guillermo Lahera

El boom de la salud mental parece no haber beneficiado en nada a las personas con trastornos psicóticos graves. Padecer esquizofrenia o paranoia, definitivamente, no tiene ningún glamour. Hemos roto el tabú de padecer ansiedad o depresión (algunos autores plantean que incluso demasiado, hasta el punto de reformular como tales cualquier sufrimiento inherente a la vida), pero permanece el estigma social que rodea al que escucha voces, desarrolla ideas delirantes o tiene un pensamiento desorganizado. Pareciera que la psicosis afecta a poca gente, pero en España son cerca del medio millón las personas diagnosticadas de esquizofrenia, constituyendo según la OMS la tercera causa de discapacidad en jóvenes. Es verdad que algún cantante o escritor ha relatado su remota experiencia psicótica —a veces asociada al abuso de drogas—, pero su exitosísima evolución resulta desgraciadamente poco representativa.

La psicosis suele arrancar en la adolescencia y abarca una serie de trastornos muy diversos, tanto en su presentación clínica como en su evolución. Tienen en común que, en algún momento, el paciente pierde el sentido de la realidad, experimentando delirios (creencias falsas pero vividas como verdades irrefutables) y alucinaciones (percepciones sin estímulo externo real), característicamente voces que le insultan o comentan su conducta. Tras el primer episodio, algunos pacientes presentan una marcada apatía, falta de vitalidad y retraimiento social (los llamados síntomas negativos), que conducen a un deterioro general del funcionamiento. Hay, pues, síntomas propios de las recaídas psicóticas ―los brotes―, y síntomas prolongados y limitantes propios de la fase crónica. Su tratamiento debe ser integral (farmacológico y psicosocial) y lo más temprano posible. Pero hay que considerar que recuperarse de una experiencia psicótica no es tan sencillo ni comparable a rehabilitar una fractura de peroné.

¿Cómo encaja un chaval de 19 años que lo que ha sentido y vivido en sus propias carnes durante los últimos meses de su vida representa un trastorno de la representación de la realidad? ¿Cómo acepta que le cueste tanto llevar a cabo las actividades diarias y que deba tomar un tratamiento a largo plazo para evitar recaídas? Efectivamente, para muchos de ellos todo esto representa demasiado esfuerzo y entre el 5% y 10% de las personas diagnosticadas de esquizofrenia fallece por suicidio (el 40% lo intenta).

Los trastornos psicóticos se producen por una complejísima interacción gen-ambiente, en el que numerosos factores externos ―entre los que destacan el trauma y el consumo de tóxicos, como el cannabis― actúan en sujetos vulnerables, dando lugar a una sintomatología que los profesionales tratamos de diagnosticar y tratar. Nuestra meta es reducir la intensidad de la enfermedad, para que la persona alcance la mejor calidad de vida posible, como en otras dolencias médicas. Pero este enfoque, siendo necesario, no es suficiente.

Hay un enfoque complementario basado en favorecer que la persona pueda llevar una vida digna, significativa y con sentido, pese a los indudables límites que marca su trastorno. Se llama modelo de la recuperación en la psicosis y está en boga desde los años 90 en los foros de rehabilitación psicosocial, pero aún debe traducirse en realidad en muchos sitios. ¿En qué consiste? En considerar que nadie se recupera solo, sino rodeado de empatía, validación y reciprocidad (el aislamiento y la reclusión son nefastos, por tanto). En apostar deliberadamente por la esperanza en la evolución, creyendo en las posibilidades del paciente, pese a la incertidumbre de la recaída. El efecto Pigmalión, o la profecía autocumplida, actúa aquí como en la educación: quien cree tener malos alumnos, los acaba teniendo. Hay que desterrar la visión devastadora de la esquizofrenia y el nihilismo terapéutico que conlleva. El foco de nuestra ayuda debe centrarse en que el desnortado chaval de 19 años vuelva a creer en sí mismo y establezca un significado y un propósito en su vida. Este modelo ―sensatamente― no niega la existencia del trastorno ni la necesidad de tratarlo, pero considera que más allá de él hay algo importante: un sujeto, una persona, con nombre y apellido, biografía, familia, aficiones, equipo de fútbol, creencias y singularidades. Ese chico debe retomar las riendas de su vida y volver a sentirse fuerte.

Los profesionales podemos facilitar este proceso ofreciéndole un plan integral, multidisciplinar, en el que él se sienta realmente protagonista, incorporando un modelo de decisiones compartidas que respete el principio de autonomía y busque el acuerdo terapéutico. Aunque puedan existir momentos en los que la capacidad de juicio del paciente pueda estar comprometida, en la mayor parte del tiempo sus decisiones y preferencias deben ser consideradas y respetadas. La medicación, aun siendo indispensable en la gran mayoría de pacientes, es una herramienta, no un fin. Su dosis debe ser individualizada y ajustada a la mínima eficaz, optimizando la calidad de vida por encima de todo. Pero estos esfuerzos de los profesionales servirán de poco si el paciente no tiene cubiertas las necesidades básicas, como el empleo y la vivienda digna. Según el INE, la tasa de empleo de las personas con trastorno mental grave es del 17%, muy por debajo de otros países o de otros tipos de discapacidad.

A ese chico, un trabajo le daría estructura, autoestima, aprendizaje e ingresos: sería bueno para su salud mental. ¿Vamos a favorecer de una vez el empleo protegido y el al mercado laboral de las personas con discapacidad por trastorno mental grave? Igualmente, tenemos un gran margen de mejora en proveer pisos tutelados y minirresidencias, insertadas en la comunidad, para que estas personas vivan de forma digna y autónoma. En resumen, la recuperación de estas personas que padecen un trastorno psicótico depende, en parte, de lo que hagamos el resto. Imaginen si en vez de seguir a ese exitoso influencer, acompañáramos la proeza titánica y secreta de ese chico de 19 años para volver a ser él mismo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Lahera
Es profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá y jefe de sección en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Es editor jefe de The European Journal of Psychiatry.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_