Christian Prudhomme, patrón del Tour de Francia: “La París-Roubaix será el combate de los jefes”
El organizador de las principales carreras ciclistas del mundo encuentra fuerza en su corazón de niño que ama a Tadej Pogacar para encarar su pulso permanente con la UCI y la amenaza saudí de One Cycling


Christian Prudhomme (París, 1960) se hizo periodista para poder ser parte del Tour y ahora que es director del Tour, el hombre que toma las decisiones, sigue siendo el chaval que terminado el bachillerato se fue a Lille a estudiar la carrera y en el alma llevaba aún grabadas las imágenes de su pasión, pues el ciclismo es pasión de niño que nuca se agota, las de Luis Ocaña, de Eddy Merckx, de Roger de Vlaeminck… “Siempre que vengo a Lille y me bajo del tren me veo a mí mismo hace unos cuarenta años llegando a la escuela de periodismo y diciéndome: quiero ser periodista, espero que sea verdad”, dice. Y a Lille ha regresado para pulsar el botón gigante que pone en marcha la cuenta atrás de los 100 días que faltan para que su Tour salga de su Lille, y cuando atiende a los periodistas se olvida del frío dirigente que es, el que no conoce la compasión y mantiene, en nombre de la empresa que le paga, ASO, un pulso tremendo con la Unión Ciclista Internacional (UCI) y el conglomerado One Cycling por el control del ciclismo mundial, y con los equipos, a los que niega su derecho a recibir parte de los beneficios que generan a los organizadores, y vuelve a ser el niño que pensando en Tadej Pogacar habla siempre de Eddy Merckx. Como si el destello infantil todo lo perdonara, habla de la París-Roubaix, por supuesto, y se come las palabras, tanto se acelera, y los ojos le brillan, emoción.
“No me gusta la gente que no tiene memoria. No me fío de ella”, advierte antes del ejercicio de memoria histórica, de descenso a las raíces, al que le obliga hablar entusiasmado de la noticia de que Tadej Pogacar, ganador del Tour, va a correr la París-Roubaix, carrera que también organiza su ASO, y para ganarla. “Será estupendo ver al ganador del último Tour en la salida de la París-Roubaix. Recuerdo que hace unos diez años estábamos encantados de tener a Bradley Wiggins en la salida. Ganó el Tour en 2012 y acabó la París-Roubaix el noveno, pero ahora estamos en otra liga. Estamos incluso más arriba en la escala, porque Pogacar va a estar en la salida, pero va a estar en la salida para ganar. Será un desafío”, dice. “Sinceramente no pensaba que vendría, pero estamos encantados de verlo, sobre todo después de una Milán-San Remo antológica, en la que vimos a tres inmensos campeones luchar por la victoria. Será el combate de los jefes, un combate en la cima. Mathieu van der Poel, ganador los dos últimos años, sigue siendo el favorito para París-Roubaix, por supuesto, pero vamos a tener una lucha infernal entre manos. Pogacar se atreve con todo y contra todos”.
Pogacar le emociona a Prudhomme como le emocionaban sus héroes infantiles no solo por su clase, por su fuerza, por su superioridad, sino porque es un verdadero ciclista que sabe manejarse en todos los terrenos, en las Strade Bianche, en los pavés como le vio en el Tour de 2022, en los caminos blancos del Tour en Troyes el año pasado. “Vimos a Pogacar en los adoquines en 2022, en la etapa de Arenberg del Tour de Francia. Cómo puso en fila al pelotón y se escapó. Qué impresión. Es capaz de cualquier cosa sobre la bici, es increíblemente hábil”, dice el director del Tour que ha convertido en excepción que su carrera salga de una ciudad sa. Si en 2022 la grande boucle partió de Copenhague, en 2023 de Bilbao y en 2024 de Florencia, después de Lille, saldrá de Barcelona en 2026 y de Glasgow en 2027. “Pero lo que me gusta de verdad de Pogacar es reencontrarme con lo que conocí de niño, ver de nuevo a un Eddy Merckx que peleaba para ganar, y ganaba, todas las carreras de comienzo a final de la temporada. Un campeón de julio y de todo el año. Es sencillamente formidable. Y su búsqueda de los cinco monumentos, lo que solo han conseguido Merckx, De Vlaeminck y Van Looy. Si él acaba consiguiéndolo será excepcional, pero que, además, desprecie los riesgos potenciales de las clásicas, en las que puede hacerse daño, y siga queriendo ganar el Tour, eso es único”.
Terminada su soflama amorosa es como si Prudhomme se sintiera reforzado. Como si su amor sentimental al objeto de su negocio fuera una coartada moral que agranda el día siguiente en la ceremonia del dictado: reúne a un centenar de niños seleccionados de los colegios de la ciudad y, como un profesor de lengua, los somete a un ejercicio de dictado con un artículo sobre el Tour publicado en L’Équipe. Los niños se esfuerzan, los políticos y el prefecto de policía que le acompañan se valen de su autoridad para reclamar el texto y copiarlo descaradamente. El mensaje: el Tour es Francia, su corazón. ¿Quién se atreverá a desafiarlo?
El próximo lunes, el Consejo de la UCI votará a favor de la petición de los organizadores de sumar un equipo más, hasta 23, los participantes en las tres grandes, Giro, Tour y Vuelta, esta última también propiedad de ASO. “Lo hacemos para proteger y salvaguardar a los equipos de segunda división nacionales”, dice, y recuerda que las carreras están obligadas a invitar a los 18 equipos del WorldTour y a los dos mejores de la segunda división, lo que les permitiría, en el formato de 22, invitar solo a dos. Los corredores también están de acuerdo, y la mayoría de los equipos. No lo apoyan, por razones diversas, el Visma, el UAE y el Lotto. A la sombra de la federación internacional, y apoyado en Richard Plugge, el patrón del Visma visionario de una nueva estructura organizativa del ciclismo, un reparto más equitativo del botín, se mueve One Cycling, financiado por el fondo soberano saudí, un pozo sin fondo económico que ya ha anticipado su intención de hacerse con el Giro de Italia y otras carreras organizadas por RCS, como San Remo, Tirreno y Lombardía. Un gigante preparado para un combate con el jefe de siempre, el Tour de todos los ses y del corazón de Prudhomme.
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