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Sueño
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Por qué dormir no es perder el tiempo, sino llevar al cuerpo a un ‘taller de mantenimiento’

El sueño es considerado, junto a la alimentación y el ejercicio físico, como uno de los pilares de una vida saludable

Adrián Cordellat
El sueño, de Pablo Picasso (1932)

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Tener un buen descanso —tanto en calidad como en cantidad— es básico para la salud física y mental. El sueño, no en vano, es considerado junto a la alimentación y el ejercicio físico como uno de los pilares de una vida saludable. Tal vez, incluso, el más importante, ya que influye directamente sobre los demás: si descansamos bien, es más probable que estemos animados para hacer ejercicio físico; si descansamos bien, como demuestra la ciencia, es más fácil que comamos bien y que no caigamos en la tentación de la comida basura.

Y, sin embargo...

Según la encuesta sobre el sueño de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena Ser, el 12% de los españoles reconoce dormir siempre mal y un 34% afirma hacerlo unas veces bien y otras mal. Los datos coinciden con los de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que cifra en un 48% el porcentaje de la población adulta que no tiene un sueño de calidad. Según datos de la SEN, uno de cada tres adultos españoles se despierta con la sensación de no haber tenido un sueño reparador.‌

A esa sensación contribuye (y mucho) el hecho de no dormir las horas necesarias. Según el estudio Sueño & Mood de percepción sobre rutinas del sueño y su impacto en el día a día de los españoles, elaborado en octubre de 2024 por la empresa farmacéutica Bayern, el 54% de la población adulta española duerme menos de las horas recomendadas. La cifra es incluso más negativa en el caso de los adolescentes. Según los resultados del estudio HBSC 2022, auspiciado por la OMS, solo el 30% de los niños de entre 11 y 18 años duerme el número óptimo de horas. En 2010 eran el 75%.

¿Y cuál es el número de horas recomendado? Pues como cantaría Jarabe de Palo, “depende”. Depende de la edad. Y depende también de cada persona. Es decir, que las recomendaciones son una referencia, pero sí una persona se mantiene bien y, sobre todo, sin mostrar síntomas de somnolencia diurna durmiendo menos horas, bien estará. De hecho un porcentaje pequeño de la población está genéticamente programado para dormir entre cuatro y seis horas por noche y no parecen sufrir efectos adversos.

Ya se sabe, cada persona es un mundo. En todo caso, las recomendaciones de la National Sleep Foundation de Estados Unidos son las siguientes:

Recién nacidos (4 a 12 meses): 12 a 16 horas por día (incluidas las siestas).

Niños de 1 a 2 años: 11 a 14 horas por día (incluidas las siestas).

Niños de 3 a 5 años: 10 a 13 horas por día (incluidas las siestas).

Niños de 6 a 12 años: 9 a 12 horas por día.

Adolescentes de 13 a 18 años: 8 a 10 horas por día.

Adultos: 7 a 8 horas por día.

Un síntoma de cómo vivimos

Una pregunta queda flotando en el aire: ¿Por qué tantos españoles duermen menos horas de las recomendadas? En el sondeo de 40dB. citado, un 80% de los encuestados señalaba como motivo para dormir mal el estrés y las preocupaciones. “No se puede desligar el sueño de la manera de vivir, el sueño no deja de ser un síntoma que nos indica cómo vivimos”, apunta el doctor Juan Antonio Madrid, catedrático de Fisiología y director del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, referencia mundial en estos temas. Otro síntoma de cómo vivimos es que casi un 42% de los españoles señalen al uso de dispositivos tecnológicos antes de dormir como principal problema para no tener un sueño de calidad.

Joven decadente despues del baile, de Ramón Casas (1899).

Esto último, enlaza con una teoría ampliamente defendida por el doctor Gonzalo Pin, jefe de equipo de la Unidad del Sueño del Servicio de Pediatría del Hospital Qurión de Valencia y uno de los mayores referentes españoles en medicina del sueño. En opinión de Pin, se juntan dos problemas:

La pobreza de tiempo que atenaza a gran parte de la población. La ecuación es muy sencilla: como no tenemos tiempo, se lo quitamos al sueño. Si hay que elegir entre ver una serie, trabajar o tomar una copa, siempre elegimos cualquier opción menos el sueño, de forma que el descanso paga los platos rotos de la falta de tiempo al considerarse (erróneamente) una actividad menos productiva.

Muy relacionada con la anterior, la poca valoración social de la importancia del sueño. ¿Quién no ha escuchado alguna vez que “dormir es una pérdida de tiempo”? O mejor aún, la clásica afirmación de “ya dormiré cuando me muera”. Pues bien, como veremos a continuación dormir no solo NO es una pérdida de tiempo, sino que si no duermes lo suficiente de una forma crónica es probable que te mueras antes de lo que esperas. Suena duro, sí. Pero es la verdad.

Las funciones del sueño

Aunque parece una función pasiva, el sueño es un proceso tremendamente activo. De hecho, mientras dormimos, nuestro cerebro no deja ni un momento de trabajar. Eso sí, hace un trabajo distinto al que realiza durante los periodos de vigilia. El sueño, por utilizar una metáfora sencilla, vendría a ser como un taller de reparación al que llevamos el coche para una puesta a punto, que se lleva a cabo cada noche mientras dormimos. Pero claro, ese trabajo necesita de unas horas mínimas de dedicación. De forma que, si dormimos menos, habrá cosas que se queden sin supervisar y reparar.

‌Aún hoy en día, como explica el neurólogo Facundo Manes, sigue habiendo muchas incógnitas respecto a la función del sueño, pero algo parece claro: el sueño está asociado con funciones inmunes, endocrinas, de aprendizaje y memoria y juega un rol esencial en nuestro bienestar emocional. Durante el sueño, por ejemplo, y entre otras cosas:

Parecen motivos de peso para intentar dormir las horas que tocan, ¿verdad?

Autorretrato bostezando, por Joseph Ducreux (1783).

¿Y qué pasa si no duermo lo suficiente?

A corto plazo

Como hemos comentado en la introducción, hay personas que tienden a dormir poco y a las que, sin embargo, eso no les afecta en su día a día. Están activos, no presentan somnolencia diurna, hacer ejercicio… Se les denomina dormidores cortos. Es pura genética. Según Javier Puertas, jefe del Servicio de Neurofisiología y de la Unidad de Sueño en el Hospital Universitario La Ribera (Alzira, Valencia) y vicepresidente de la Federación Española de Sociedades Médicas del Sueño (FESMES), los dormidores cortos a duras penas representan el 5% de la población.

Para el resto de los humanos, dormir menos de las horas recomendadas durante una noche ya tiene efectos visibles al día siguiente: tenemos menos capacidad de atención, somos menos productivos, presentamos somnolencia durante la jornada, estamos más irritables y tenemos un peor estado de ánimo. Pueden parecer efectos con poca importancia, pero si los trasladamos a cifras se entiende mejor la dimensión de los mismos:

¿A que ahora se entiende mejor?

A largo plazo

Que el PIB de un país pueda crecer al mejorar el sueño de sus habitantes se explica por muchas cosas, pero fundamentalmente por dos: un país en el que se duerme mejor es un país más productivo. Y un país en el que se duerme mejor es un país en el que se reducen significativamente los costes en salud de un sueño deficiente, que como veremos a continuación son bastante elevados.‌

Y es que si la falta de sueño se cronifica y dormir menos horas de lo recomendado se convierte en norma, los efectos citados en el punto anterior quedan en un juego de niños.‌

La falta crónica de sueño se relaciona con el incremento en la incidencia de numerosas patologías. Entre ellas:

Resumiendo

  1. Dormir es un pilar de salud al que no podemos ni debemos renunciar. Las autoridades médicas recomiendan que una persona adulta duerma entre 7 y 8 horas por noche y en la medida de lo posible deberíamos ceñirnos a esas recomendaciones.
  2. Cuando dormimos es como si llevásemos a nuestro cuerpo a un taller de mantenimiento de coches. Nosotros descansamos, pero nuestro organismo trabaja durante eseimepara poner a punto todos los sistemas de nuestro cuerpo para que funcione de forma eficiente a la mañana siguiente.
  3. Si no dormimos las suficientes horas no damos tiempo para que se produzca esa puesta a punto y eso se relaciona con la aparición de múltiples enfermedades, entre ellas las cardiovasculares, las neurodegenerativas, las metabólicas y las mentales.

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Sobre la firma

Adrián Cordellat
Escribe como colaborador en EL PAÍS desde 2016, en las secciones de Salud y Mamás&Papás. También ha colaborado puntualmente en Babelia y en la sección de Cultura, donde escribe sobre literatura infantil y juvenil. Dedica la mayor parte de su tiempo a gestionar la comunicación de sociedades médicas y científicas.
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