“Está cabreado como una mona”
Ensimismado, enfadado con su sucesor, obsesionado por preservar su imagen y su legado. Así ven al expresidente sus partidarios más cercanos


—Bien, chaval, así se habla.
—Te veo mañana a las 9.15.
El cruce de SMS entre Bernardino Lombao, de 75 años, y José María Aznar, de 60, la noche del miércoles fue así de escueto. El expresidente acababa de amagar con volver a la política en la tele, y su entrenador y amigo desde hace 18 años quería darle una palmada en la espalda. Pero Aznar ya estaba a otra cosa: quedar para correr sus 10,4 kilómetros diarios por el monte madrileño antes de coger un avión a Nueva York en su enésimo periplo por los salones del gran mundo. Lombao no se ofendió. Sabe que con Aznar, pamplinas, las justas. Si se ha propuesto algo, cumple el plan previsto. Otra cosa es que realmente quiera volver a la arena.
“Mi recomendación es que no vuelva, pero hará lo que le dé la gana”, dice este profesional que cogió a Aznar cuando “jugaba a la mariconada esa del pádel”, y le inoculó el virus del deporte hasta que el pupilo sobrepasó al maestro. “Está hecho una bestia. Tiene la resistencia de un atleta olímpico. Esa mañana, la gente le paraba a felicitarle. Otros pasaban, claro. Así es él: ha acojonado a medio país e ilusionado a otro medio poniéndolos sobre la mesa”.
Lombao es el único de una veintena de personas cercanas al expresidente que ha accedido a hablar sin reservas. La mayoría ni acusó recibo. Solo un puñado accedió a contar cómo ven a Aznar bajo estricto anonimato. Y le ven ensimismado, enfadado con lo que estima insoportable inanidad del Gobierno, y obsesionado con mantener incólume lo que él considera su inmarcesible reputación como el líder histórico que llevó a su partido y a su país a la cima.
“Está cabreado como una mona. Y ha dicho: ‘Eh, que estoy vivo”, resume uno de los pasajeros del legendario taxi de Valladolid —Ana Mato, Carlos Aragonés, Miguel Ángel Rodríguez y Miguel Ángel Cortés— donde empezó a gestarse la llegada a La Moncloa del entonces presidente de Castilla y León. “Ha hecho un prevengan, una especie de ‘ojo, que, si vosotros estáis muertos, aquí estoy yo que al menos tengo sangre en las venas”, dice otro aznarólogo. Es curioso que todos, independientemente de su sintonía, empleen parecidos términos para retratarle.