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Alok Kanojia (‘Dr. K’), psiquiatra: “Gritar a tu hijo o quitarle los dispositivos no funciona para combatir la adicción a los videojuegos”

El creador de la plataforma Healthy Gamer, que acumula casi tres millones de seguidores en YouTube, publica su primer libro, un manual para establecer límites saludables en el uso de consolas. Él defiende que es mejor enseñar la moderación que imponer restricción

El psiquiatra Alok Kanojia sostiene que los desarrolladores de videojuegos buscan activamente formas de captar cada vez más la atención de los niños.
Cristina Bisbal Delgado

Cuando Alok Kanojia (Estados Unidos, 42 años) dice que sabe de adicción a los videojuegos no miente. Porque, antes que psiquiatra especializado en este problema, fue adicto. Él reconoce que tuvo la suerte de que sus padres, ambos médicos de profesión, tomaran una decisión drástica cuando entendieron la magnitud del problema: le enviaron a la India, de donde ellos proceden y donde entonces (hace 22 años) apenas había tecnología. Antes de eso lo habían intentado con otros métodos, desde la comprensión hasta la disciplina estricta. Solo funcionó el aislamiento en un ashram (monasterio) donde Kanojia se introdujo en la meditación y pasó siete años estudiando para ser monje.

Salió de allí con 27 años y la firme intención de estudiar Medicina. Fue a la Universidad de Harvard, se convirtió en psiquiatra y observó que sus mentores no tenían la más mínima idea de lo que significaba ser adicto a los videojuegos, porque nunca habían sido gamers. Su capacidad de entender el problema y su conocimiento en tecnología le ayudaron a crear Healthy Gamer, una plataforma digital para ayudar a los adolescentes a mantener una buena relación con los videojuegos.

Además, cuenta con casi tres millones de suscriptores en YouTube, donde se le conoce como Dr. K. El siguiente paso ha sido publicar su primer libro, Cómo criar a un gamer sano (Alienta editorial), un manual en el que explica desde su mirada experta, pero sosegada los aspectos negativos y positivos de los videojuegos. Y de esta forma ayudar a niños y jóvenes, pero también a sus padres, a superar la adicción: “Gritar a tu hijo, quitarle los dispositivos o imponer límites de tiempo aleatorios, simplemente, no funciona”, sostiene.

PREGUNTA. ¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene una adicción a los videojuegos o si simplemente le gusta mucho jugar?

RESPUESTA. Sabes que el juego se está convirtiendo en un problema cuando empieza a afectar a otras áreas de su vida. Pero no hay un límite exacto que marque cuánto juego es demasiado. De hecho, hay chicos que pueden jugar cuatro horas al día y estar perfectamente, mientras que otros tienen dificultades, incluso si juegan solo una hora un día entre semana. Tiene que ver con cómo se relacionan con el juego y con cómo afecta a su vida real.

P. ¿Por qué los videojuegos son tan adictivos?

R. La respuesta es sencilla: porque están diseñados para eso. Los desarrolladores de videojuegos buscan activamente formas de captar cada vez más la atención de los niños. Hoy se han añadido muchas funciones —amistades, comunidad, avatares— que activan necesidades humanas fundamentales, como el deseo de verse bien, de tener relaciones con otros y de lograr cosas. Por eso, los videojuegos se están volviendo objetivamente más adictivos. Los desarrolladores son cada vez mejores para captar nuestra atención, y utilizan nuestros datos y la forma en que interactuamos con el juego para averiguar cómo mantenernos enganchados durante más tiempo.

P. Usted aboga por el autocontrol en lugar de por la restricción, sobre todo en la adolescencia. ¿Significa eso que los castigos no funcionan?

R. Creo firmemente que es mejor enseñar la moderación que imponer restricción. Lo he visto en casos de padres muy estrictos con sus hijos que, o bien tienen éxito académico pero dificultades sociales, o bien se rebelan contra sus progenitores en cuanto llegan a la universidad. Enseñar a los niños a autorregularse es mucho más valioso que imponer reglas estrictas. Y más en la adolescencia, un magnífico momento para comprometerse con ellos de manera colaborativa, construyendo una alianza. Se pueden establecer límites saludables, pero esos límites deben surgir desde la comprensión y el acuerdo mutuo, no desde el control unilateral.

"Cuando todas las necesidades fundamentales  están cubiertas en el mundo real, es posible ser un 'gamer' saludable", sostiene el psiquiatra Dr. K.

P. ¿Realmente es posible criar a un gamer sano?

R. La razón por la que a los adolescentes les gustan los videojuegos es porque son una aproximación a la realidad, pero en la que pueden desarrollar una identidad elegida, a menudo alejada de la real. Y convierten su identidad virtual en un refugio en el que satisfacen necesidades psicológicas como sentirse aceptado y querido, tener amigos y una vida social interesante. Por eso, cuando todas las necesidades fundamentales (salud física, salud mental, vida social, vida académica) están cubiertas en el mundo real, es posible ser un gamer saludable.

P. En su libro se refiere sobre todo a hijos varones, ¿es porque los chicos son más propensos a este tipo de adicción?

R. Es cierto que tanto en Estados Unidos como en Europa ese ha sido el estereotipo. Pero las cosas están cambiando. Hoy hay muchísimas chicas que juegan, el mundo de los videojuegos se está equilibrando. En países como Corea del Sur o Singapur, el gaming es bastante equitativo entre hombres y mujeres. Al mismo tiempo, los chicos están dedicando más tiempo a las redes sociales. Así que no diría que un género está vinculado a una plataforma específica. La tecnología, en general, es un imán para los jóvenes de todos los géneros.

P. En su libro se refiere a lo que usted denomina ‘la escucha reflexiva’, una herramienta que mejora la relación con los hijos y primer paso para poder avanzar en la cura de la adicción ¿Cuáles son las claves para hacerla de manera efectiva?

R. La escucha reflexiva consiste básicamente en repetir lo que alguien te dice de manera que demuestres que realmente le estás escuchando. Se trata de ayudar a que la otra persona se sienta comprendida, sin saltar inmediatamente a corregirla o contradecirla. Cuando alguien a quien queremos está sufriendo, lo que queremos es ayudar y la forma más útil de hacerlo es validando su experiencia. Un ejemplo: si nuestro hijo dice: “Siento que todo el mundo me odia”, nuestro instinto es responder: “¡No es cierto! ¡La gente te quiere!”. Pero, sin querer, le estamos diciendo que sus sentimientos están equivocados. La escucha reflexiva le da la vuelta a eso. Habría que contestar: “Parece que te sientes aislado y rechazado”. De ese modo, simplemente reflejas lo que escuchas. Cuando haces eso, ocurre algo muy poderoso, la otra persona se siente segura, su cerebro no entra en modo defensivo y comienza una conexión real. La clave es simplemente escuchar y reflejar lo que se escucha, sin apresurarse a arreglar nada. Si el adolescente se siente escuchado, comienza la sanación.

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Sobre la firma

Cristina Bisbal Delgado
Periodista vocacional desde hace 30 años, ha pasado la mayor parte de su carrera colaborando en medios de estilo de vida, cultura y salud. Desde 2016 escribe sobre crianza en Mamas & Papas y ahora, además, dedica gran parte de su tiempo laboral a la Comunicación corporativa.
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