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Las sonrisas y lágrimas de Marc Márquez en el GP de España

El español regresa al circuito de Jerez, donde sufrió hace un lustro su grave lesión en el brazo y donde inició en 2024 su plan de reconquista del título de MotoGP

Marc Márquez
Guille Álvarez

Marc Márquez Alentà (Cervera, Lleida; 32 años) vuelve un año más a uno de los circuitos más especiales del calendario, de nuevo en la cresta de la ola en MotoGP cinco años después. Si el Circuito de Jerez-Ángel Nieto y su ambiente de traca, singular como pocos por el calor de sus aficionados y el bramido de las gradas en Nieto y Peluqui, ya es una amalgama de emociones para los pilotos locales, para el ocho veces campeón del mundo lo es todavía más.

Aquí empezó su calvario físico y deportivo en 2020, con la rotura del húmero que requirió de cuatro cirugías y le hundió en el período más oscuro de su hasta entonces brillante trayectoria. Aquí recuperó la sonrisa y las mejores sensaciones encima de una moto el año pasado, cuando firmó su primer podio tras renunciar a su familia en Honda —también al mejor contrato de la parrilla y a la condición de piloto oficial— por conseguir un asiento en la Ducati y catapultarse de nuevo hacia la lucha por el título mundial. “Ese podio fue muy importante, fue el primer fin de semana que me sentí competitivo. Sabía, o intuía, que a partir de esa carrera, esa confianza tenía que crecer”, explica el piloto catalán, que es hoy el líder del Mundial tras llevarse siete de las ocho pruebas disputadas (cuatro sprint y tres carreras de domingo).

Aunque llevaba un Desmosedici antigua, Márquez luchó en Jerez el curso pasado de tú a tú con el tricampeón Pecco Bagnaia y la última especificación de la Ducati para demostrarse a sí mismo que podría volver a estar donde está ahora, arriba del todo. Y aunque no cruzó la meta primero, bailó en el podio, se desató con los suyos. Celebró esa segunda posición como si fuera una de sus mayores victorias. Y lo era. Ese resultado y los siguientes que vendrían le permitieron convencer a los gerifaltes de la fábrica que marca el paso en MotoGP de que su órdago para quedarse con el asiento más codiciado de la parrilla iba en serio. Y así le birló la moto en el último momento al mismísimo campeón del mundo, Jorge Martín.

A pesar de que ha dominado a placer en este inicio de certamen en su estreno con el rojo oficial de la marca italiana, con una gestión impecable de la estrategia y cierto margen para apretar todavía más su nueva máquina, Márquez no cree ser mejor que aquel chaval que arrasó en 2019 para llevarse su sexto título en la categoría reina con 12 victorias y 19 podios de 20 posibles, donde solo una caída en Austin evitó el pleno de primeras y segundas posiciones. Precisamente en el GP de las Américas volvió a tropezar este año, cuando las sensaciones son muy parecidas dentro del paddock ahora que llega este GP de España de 2025.

“No soy mejor que el Marc de 2019, soy diferente. No puedo ser mejor piloto después de cuatro operaciones en el brazo derecho. Ahora tengo otra mentalidad, más experiencia, y eso me hace ver las cosas de otra manera”, cuenta el 93, que llega a la quinta cita del curso con 17 puntos de ventaja sobre su hermano Álex, que acaba de cumplir 29 años, y 26 respecto a Bagnaia, su compañero de garaje y teórico rival por el título. Asusta que de su entorno subrayen que ni siquiera ha empujado todavía al 100% con la Ducati a pesar de haberse llevado todas las victorias con la excepción de la caída, que ocurrió cuando lideraba en solitario en Texas.

La experiencia que ha transformado a Marc es su periplo negro en el apartado físico, el haberse sentido al borde del precipicio, de la retirada. “No son los 32 tacos, son los cuatro años de lesiones los que me hacen valorar mucho más el momento que estoy viviendo. Lo estoy disfrutando más que cuando tenía 20 años, porque ganar no es lo normal”, asegura. “Antes solo valía ganar, o eso sentía internamente. Aunque ahora hay la misma presión, no me siento obligado ni en deuda conmigo mismo”, remata.

La huella física, una cicatriz que cruza su brazo derecho de arriba abajo, permanece intacta. La huella mental, gracias a su excelente momento profesional y personal, empieza a diluirse. “Justo ahora estoy empezando a olvidarme del brazo”, apunta. Para conseguirlo, Márquez no solo ha tenido que subirse a la mejor moto, también ha tenido que dar otra vuelta de tuerca a su preparación física.

Su nueva rutina en el pionero centro madrileño MSi Bio Performance, donde se entrenan también los astronautas europeos, optimiza al máximo su preparación previa y recuperación posterior a cada fin de semana de competición. Todo ello bajo la supervisión del fisiólogo Emiliano Ventura y los cuidados de su preparador físico desde 2023, Josué Tarí. El agente del 93, Jimmy Martínez, equipara la ética de trabajo de Márquez con la de Cristiano y le suma a ello el talento natural de Messi. Es una combinación letal que vuelve a tener al resto de la parrilla preguntándose cómo superarle. No hay respuesta por ahora.

Tres victorias en Jerez

Otro problema para todos los perseguidores es que el 93 no quiere relajarse ni lo más mínimo. Ya hizo acuse de recibo del “toque de atención guapo” en Austin y, como apuntan desde su entorno, reconoce con palabras menos contundentes que no ha encontrado todavía los límites de la mejor moto de la parrilla. “Hay que seguir puliendo los puntos débiles”, dice en referencia a las curvas de derechas, las que más se le han cruzado históricamente.

Más maduro y tranquilo que nunca, pero con la velocidad y la mordiente en pista intactas, no tiene pudor en referirse a aquel GP de España fatídico de hace un lustro, que califica como el mayor error de su carrera. “Aquí, en 2020, mi nivel era asombroso. Mi sensación en aquel momento, a nivel físico y con la moto, era increíble. No es que me sienta mejor o peor, sino distinto. Soy rápido, pero sigue siendo difícil entender dónde está el límite, sigo descubriéndolo cada día”, concluye. Solo las enormes expectativas juegan en su contra a estas alturas, y es que nadie espera otra cosa que no sea una victoria suya en un trazado donde ya ha ganado en tres ocasiones, las mismas que encadena aquí Bagnaia.

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Sobre la firma

Guille Álvarez
Graduado en Ciencias Políticas por la UPF y máster en Periodismo Deportivo y Comunicación por la Blanquerna-URL, ha pasado por las redacciones de La Vanguardia, la revista VICE y Mundo Deportivo. Colabora con la sección de deportes de EL PAÍS desde 2022, donde ha cubierto el Mundial de MotoGP y varias ediciones del Rally Dakar.
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