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Feria de San Isidro
Crónica
Texto informativo con interpretación

El toro de carril

Tomás Rufo marra con la espada una faena muy jaleada al toro de mayor movilidad de una corrida muy desigual de Victoriano del Río. Emilio de Justo paseó la única oreja de la tarde, y se lució el banderillero Fernando Sánchez

Roca Rey brinda el quinto toro a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Antonio Lorca

Tomás Rufo se cerró la puerta grande al fallar con la espada en el sexto de la tarde, un toro que pasó de puntillas por el picador, persiguió en banderillas a Fernando Sánchez, que se lució en un espectacular par, y se movió en la muleta con muchos pies y extraordinaria nobleza, lo que permitió una labor de triunfo al torero toledano.

Ese es el toro de carril, justo de fuerza, bueno como el pan, repetidor y con buen son en el tercio final, que gusta e interesa a las figuras y a los públicos de hoy. Con ese tipo de toro disfrutan y triunfan los toreros. Como lo hubiera hecho Rufo si no falla con la espada.

Puso la plaza en pie con un toreo supuestamente fácil, ligado, de poca hondura en general, pero con limpios muletazos por ambas manos que enajenaron a los tendidos, que respondieron como si asistieran a una obra celestial.

Ciertamente, no era para tanto. Fue el toro en el que pudo en bandeja el alboroto, perseguía la muleta con singular empeño, humillado, obediente y con fijeza en el engaño, y Rufo lo acompañó con elegancia en distintas tandas con ambas manos entre las que sobresalió una por naturales al final de la muy aplaudida labor.

Cuando se perfiló para la suerte suprema, tenía las dos orejas conseguidas, pero todo quedó en una vuelta al ruedo para regocijo de un público que, de verdad, se lo había pasado estupendamente.

Ese fue el final, pero al principio, en el primer toro, hubo dos quites, uno por ceñidas chicuelinas de Roca Rey, y otro por el mismo palo, y similar ejecución de Emilio de Justo, que hicieron albergar las mejores esperanzas.

Pero, no. Ya no hubo más toros de carril en el estricto sentido de la palabra, como se entiende en la actual nomenclatura taurina: con las fuerzas muy justas, generosidad infinita y dulzona movilidad.

No los hubo porque la corrida de Victoriano del Río, mansa en general en el primer tercio, desarrolló asperezas inesperadas que rompieron las previsiones de la terna, algún inválido, como el segundo de Roca, y dos, el lote de Emilio De Justo que se dejaron torear, sin que su matador llegara a un entendimiento total con ambos.

No acabó Emilio de Justo de levantar el vuelo en su labor ante el primero de la tarde, de contrastada calidad, sin motor en las entrañas, con el que estuvo simplemente aseado, sin despegar como se esperaba.

Mejor ante el cuarto, de buena condición también, con el que tardó un mundo en acoplarse, allá, al final de la faena, en una tanda de naturales a pies juntos y en otra con la derecha sin la ayuda de la espada. Fue una faena de menos a más, pero quedó la impresión de que el toro merecía mejor trato.

Roca Rey tuvo peor suerte. No le tocó ningún toro de carril. Ni su primero, que cumplió en el caballo, se dolió en banderillas y llegó a la muleta áspero y dificultoso. El quinto era un inválido de libro que brindó a la presidenta de la Comunidad de Madrid, y se vio obligado a hacer el pino con las pestañas para responder al gesto. Así, con el animal rajado y renqueante, se empeñó en trazar un circular invertido, un muletazo cambiado por la espalda y ayudados por alto cuando su oponente hacía tiempo que había pasado a mejor vida.

Tampoco mejoró el primero de Tomás Rufo, manso, al que Fernando Sánchez clavó otro gran par de banderillas, y el torero lo esperó, muleta en mano, de rodillas en los medios. El toro acudió veloz, pero algo sucedió en el encuentro con el torero que el animal quedó lesionado y se rompió el encanto. Perdió todas sus ínfulas, se rajó y ahí se acabó la presente historia.

Del Río/De Justo, Roca, Rufo

Toros de Victoriano del Río, correctos de presentación, muy desiguales en los caballos, en los que solo cumplieron primero y segundo; nobles primero y cuarto; ásperos, segundo y tercero; inválido el quinto, y blando y de gran movilidad en el tercio final el sexto.   

Emilio de Justo: dos pinchazos _aviso_ dos pinchazos y un descabello (silencio); estocada _aviso_ (oreja).

Roca Rey: pinchazo y estocada baja (silencio); pinchazo, estocada trasera _aviso_ y dos descabellos (silencio).

Tomás Rufo: dos pinchazos _aviso_ dos pinchazos y un descabello (silencio); dos pinchazos y estocada (vuelta al ruedo).

Plaza de Las Ventas. 23 de mayo. Decimotercera corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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