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Feria de Abril
Crónica
Texto informativo con interpretación

Morante o la inteligencia al servicio del arte

El torero sevillano paseó las dos orejas de su segundo toro tras una lección de torería; Juan Ortega emocionó con el capote y Aguado, aseado con el peor lote de una deslucida corrida de Domingo Hernández

Morante de la Puebla, con las dos orejas del cuarto toro de la tarde.
Antonio Lorca

Todo sucedió de forma inesperada en el recibo de capote al cuarto de la tarde. Morante lo saludó con la pierna flexionada, pero al animal salió suelto y a duras penas el subalterno Joao Ferreira pudo retenerlo en un burladero cercano. Cuando el toro volvió a fijarse en el matador, este parecía seguro de que no había posibilidad de lucimiento a la verónica, así que optó por recibirlo con una larga con la mano derecha; pero, hete aquí que el toro se volvió con presteza y acudió a la jurisdicción del torero, de modo que Morante se pasó el capote a la mano izquierda y trazó otra larga en forma de natural y a continuación un derechazo a una mano, y otra larga con la zurda… y así hasta seis, tres con cada mano, antes de enroscarse el engaño en la cintura y rubricar con un pase de pecho con la derecha, al tiempo que la banda de música arrancó con un pasodoble y la plaza, puesta en pie, se frotaba los ojos, sin dar crédito a la secuencia de inspiración que acababa de vivir.

Después llegó la faena de muleta a un toro desabrido y reservón. Comenzó Morante con unos ayudados por alto, invitó a su oponente a retarse los dos en la boca de riego y allí, firme como una vela, aguantó el mal estilo del toro, que se revolvía molesto y soltaba la cara en cada pase, mientras el torero ejercía un dominio tan imperceptible como inteligente. Y así, entre los pitones, le robó una tanda de derechazos y un par de vistosos y largos naturales antes del epílogo también imprevisto. Y ese fue otra secuencia de muletazos ceñidos con la mano derecha, que cerró con un redondo completo y un garboso molinete invertido antes de desplantarse a milímetros de los pitones en una estampa torerísima. Tras matar de una estocada casi entera, paseó orgulloso y sonriente las dos orejas.

Pero eso no fue todo. Morante salió dispuesto a una entrega total desde que pisó el albero sevillano. Se vio en el recibo a su primero, con el que dibujó una buena verónica, galleó por chicuelinas para llevarlo al caballo y volvió instantes después en un quite a la verónica y una media de cartel. Ese animal llegó agotado al tercio final, sin ritmo en la embestida, lo que no impidió que Morante mostrara una disposición fuera de lo común, se adornara tocándole uno de los pitones, como hacía su irado Joselito el Gallo, y terminara con naturales desmayados, de frente y a pies juntos.

Fue toda la tarde un Morante transfigurado, feliz, y hambriento de triunfos. Dio la impresión de que se siente rey y se motiva cuando torea con los pretendientes a su trono.

Y, como es bien sabido, estos son Juan Ortega y Pablo Aguado, sevillanos y artistas como él, pero distintos y todavía muy jóvenes para acceder al podio.

Ortega volvió a hacer gala de su templanza y hondura con el capote. El ramillete de verónicas con el que recibió a su primero fue sencillamente primoroso. Antes, en el primero de la tarde, se lució en un quite por delantales y volvió a levantar clamores en el quinto, a la verónica, primero, de modo que volvió a sonar la música, y por bellísimas chicuelinas después. Pero el tono bajó con la muleta. Dificultoso, con mal estilo y genio se comportó su primero, y aplomado y sin fondo fue el quinto, lo que no impidió que Ortega lo intentara con escaso acierto como lidiador.

Otro capote de ensueño es el de Aguado. Chicuelinas a paso de palio en un quite al segundo toro de Ortega y detalles primorosos de su innata calidad con la muleta en su primero no acabaron en triunfo por la muy escasa calidad de su lote. Hubo detalles de categoría en su primero, algún natural con prestancia y un par de kikirikis garbosos, pero ni ese ni el sexto, muy deslucido, le permitieron hacer realidad el sueño del triunfo.

Destacó Iván García al banderillear al último y Jorge Fuentes, a las órdenes de Ortega, resultó volteado con el capote y sufrió un hematoma en el gemelo izquierdo de pronóstico leve.

¿Y los toros? Correctos de presentación a excepción del primero, mansos y desabridos. Pero ni ellos pudieron impedir el triunfo de Morante, la inteligencia al servicio del arte.

Hernández / Morante, Ortega, Aguado

Toros de Domingo Hernández, correctos de presentación, mansurrones, deslucidos, desabridos y descastados.

Morante de la Puebla: pinchazo -aviso- pinchazo y tres descabellos (ovación); casi entera (dos orejas). 

Juan Ortega: estocada (ovación); casi entera tendida (ovación).

Pablo Aguado: tres pinchazos y estocada (ovación); pinchazo y estocada tendida y atravesada (silencio).

Plaza de La Maestranza. 1 de mayo. Sexta corrida de abono de la Feria de Abril. Lleno de ‘no hay billetes’.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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