La vista gorda
Pasamos por alto ante la efímera trascendencia de los escándalos, la fugaz desaparición de corruptos y mentirosos que hace apenas unas semanas merecían nuestra irascible atención


Un excéntrico millonario propenso al saludo de Hitler y dar de brinquitos pueriles comanda una cruzada feroz contra todos los burócratas, programas gubernamentales, subsidios y financiamiento que él y sólo él considera onerosos y quien lo empoderó en tal posición se hace de la vista gorda ante el desquiciado escenario que ocasiona la poda ejecutada por el demente en cuestión.
El mismo millonario bizarro comanda un programa espacial privado (con subsidios y no poca inversión del gobierno norteamericano que él mismo está supuestamente depurando) y en menos de dos meses ha fracasado en su sueño estelar con estruendosos desastres en la atmósfera provocando el desvío o suspensión de vuelos comerciales para que los pedazos de sus naves espaciales puedan cruzar el etéreo como estrellas fugaces en perfecto declive y alguien se hace de la vista gorda para que las explosiones no sean consideradas más que “ligeros defectos empíricos”.
El Gobierno de México acata y accede a la entrega inmediata de 29 capos del crimen organizado ligados a diferentes telarañas del tradicional narcotráfico orgullosamente mexicano y uno se pregunta si es que alguien se venía haciendo de la vista gorda con los nombres, ubicación, trasiegos y actividades comerciales y hasta ahora -debido a las presiones del demente mayor de la Casa Blanca en Washington- se fija la lente en su captura y entrega.
Un documental célebre muestra claramente que hace un casi un siglo los vecinos del pueblo de Oswiecim, Polonia se hacían de la vista gorda con el extraño tráfico diario de incontables vagones de tren que llegaban rebosantes de algo-alguien-algunos a un campamento cercano a su pueblo y tomaban el camino de regreso con los vagones vacíos y hace medio siglo no pocos ciudadanos de Estados Unidos se hacían de la vista gorda ante los bebederos de agua potable marcados para gente de color opuestos a las fuentes dedicadas a los blancos y ayer mismo persiste en ciertos mexicanos el asco y desprecio con el que se hacen de la vista gorda las indias que llevan a sus criaturas a la espalda en hamacas improvisadas con hermosos rebozos generalmente grises.
Se hace de la vista gorda el legislador mexicano que aboga en pro de la abolición del nepotismo al obviar que sus hermanos, primos, sobrinos y familiares de tercer grado cobran en nóminas y ocupan cargos públicos precisamente gracias al empoderamiento que elevó notablemente en la escala social y política al susodicho legislador que aboga por la asepsia del estercolero que él mismo fertiliza.
Se hace de la vista gorda (nunca mejor dicho) la señora que fortalece su intención de bajar de peso con el tramposo recurso de añadirle diecisiete tacos de calorías y medio tamal de grasa pura al menú macrobiótico del día y se hace de la vista gorda (nunca mejor dicho) el obeso ocioso que paga la inscripción al gimnasio sin tener que acudir jamás a las instalaciones.
Nos hacemos de la vista gorda ante la efímera trascendencia de los escándalos, la fugaz desaparición de corruptos y mentirosos que hace apenas unas semanas merecían nuestra irascible atención y nos hacemos de la vista gorda ante la normalización de los otrora condenables y la vista gorda ante cantantes desafinados que armonizan gracias al algoritmo de una máquina y vista gorda ante imágenes absolutamente engañosas, generadas por milagrosas máquinas que nos obligan dolorosamente a explicarle a las nuevas generaciones que John Lennon fue asesinado por un orate hace ya mucho tiempo.
En fin, que hay una proliferación quizá insuperable en la engorda de la vista, obesidad de párpados, lonjas en lagrimal y pesadas pestañas. Una suerte de pandemia de ceguera emocional o moral que no afecta la vista, sino el alma. En medio de la desquiciada distorsión de dioptrías, la sensibilidad ha de abonarse con el humilde ejercicio de un guiño, la ocasional práctica del parpadeo como alivio y un honesto afán por enfocar claramente tanta locura y sinsentido.
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