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Centinelas contra la extinción de las especies: los bioparques que hay que visitar

Desde la cría controlada y recuperación de especies en peligro crítico hasta la divulgación científica sobre ecosistemas olvidados, los Bioparc españoles se consolidan como núcleos vivos de resistencia frente a la crisis ambiental

Una familia de gorilas de Bioparc Fuengirola (Málaga).
A.M.

Cualquier nacimiento encarna una esperanza, sin embargo, en este caso no hablamos de una metáfora: se trata de un acontecimiento vital para el futuro del planeta. Un tapir malayo (Tapirus indicus), una de las especies en mayor peligro de extinción del sudeste asiático, con una población de menos de 2.500 individuos en su hábitat, nació en las frondosas selvas tropicales recreadas en el Bioparc de Fuengirola (Málaga). Fue durante la madrugada del 29 de marzo de 2025, después de una gestación de 13 meses. Su cría controlada es extremadamente compleja. Se trata de un hito del conservacionismo, un ejemplo de lo que todavía es posible hacer, frente al oscuro porvenir de una biodiversidad que se erosiona en silencio.

El 22 de mayo se celebra el Día Internacional de la Diversidad Biológica, una fecha proclamada por las Naciones Unidas que nos debe hacer recordar que las personas también somos animales, que todas las vidas que pueblan la Tierra están entre sí ligadas y que la supervivencia humana depende también del respeto, recuperación y conservación de los espacios naturales. Por todo ello, merece la pena prestar atención a lo que está sucediendo ante nuestros ojos, gracias al esfuerzo de tres parques españoles: los Bioparc de Fuengirola, Valencia y Gijón (Asturias). Lugares de ciencia y conservación biológica y, a la vez, una apuesta de ocio “con causa” en la que los visitantes pueden contemplar, por ejemplo, cómo una cría de elefante experimenta con su trompa en un bosque de baobabs, entender lo que significa sumergirse en ecosistemas lejanos, allí recreados. Una oportunidad para acercarse a esa recóndita belleza natural del planeta y esas formas de vida que deben ser protegidas.

Bioparc Acuario de Gijón ha inaugurado recientemente la exposición 'Veneno Naturaleza Letal'. En la imagen, Monstruo de Gila.

Criar lo que el mundo pierde

El alumbramiento del tapir malayo de Fuengirola no fue un hecho aislado. El Bioparc malagueño fue escenario, el pasado abril, del nacimiento de tres crías de nutria gigante (Pteronura brasiliensis), una especie emblemática de la Amazonia catalogada desde 1999 en peligro de extinción por la construcción de presas, la contaminación del agua y la deforestación. Estos animales, conocidos también como lobos de río, necesitan de la protección de sus progenitores durante la crianza, apenas son capaces ni de abrir los ojos hasta pasados 30 días.

El papel de estos parques resulta, pues, de una importancia crucial en este camino común hacia la conservación biológica, porque sus posibilidades van mucho más allá de la labor de concienciación y del efecto que puedan causar en sus visitantes. Tienen en marcha programas de recuperación de especies en peligro que implementan equipos de técnicos y veterinarios y que velan por mantener poblaciones genéticamente viables, unas actuaciones que no solo llevan a cabo en sus propias instalaciones, como en el caso del tapir o las nutrias de Málaga, sino también en los propios hábitats amenazados, a través del trabajo de la Fundación Bioparc.

Gorilas andaluces, elefantes con DNI valenciano…

Tigres de Sumatra, dragones de Komodo o gibones de mejilla dorada criados al sol de Málaga. Son muchos los felices ejemplos de recuperaciones de especies en los Bioparc. En 2020 nació el primer gorila andaluz, Ekan, ciudad próxima a un santuario de gorilas en Camerún. De hecho, Fuengirola acoge la única familia de gorilas de la llanura (Gorilla gorilla gorilla) de toda Andalucía.

En Valencia, tras la esperadísima preñez de una de sus seis hembras, y después de 22 meses de gestación, nació la elefanta Makena (“la que es feliz”, en el idioma Kikuyu de Kenia), a la que siguió en 2023 su hermano Malik. Estos dos paquidermos valencianos, al contrario que sus congéneres en África (se ha extinguido el 95% de su población en el último siglo y solo sobreviven no más de 350.000 ejemplares) no tendrán que exponerse a la caza furtiva o afrontar las consecuencias de la destrucción del 85% de su territorio natural.

Familia de elefantes africanos de Bioparc Valencia.

Las historias de éxito de los Bioparc españoles darían para llenar horas de metraje del más conmovedor de los documentales. Como la del pequeño Djibril, un chimpancé al que su madre no supo atender porque fue capturada de pequeña en la selva y pudo ser rescatada en Bioparc Fuengirola. Pertenece a una subespecie en peligro crítico. Había que hacer algo para salvarlo, sabiendo que su lactancia se prolonga durante más de dos años Y la respuesta estuvo en la adopción, guiada por el grupo de especialistas en primates del parque, por parte de una chimpancé de Bioparc Valencia y su grupo, a la que más recientemente se han incorporado Cala (16 meses) y Ekon (significa “Fuerza” en nigeriano), el bebé primate nacido este invierno al que todavía han de alimentar con biberón. Entre los dos centros, los Bioparc albergan la mayor población de España de chimpancé occidental (Pan troglodytes verus), en peligro crítico de extinción según la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).

Un pequeño milagro. Como sucede con una especie que llegó a considerarse ya extinta en la naturaleza, la gacela de Mhorr, de la que en Valencia han logrado más de 20 nacimientos.

Tapir malayo, especie en peligro de extinción, recuperado hace apenas dos meses en Bioparc Fuengirola (Málaga).

Un buen propósito que no entiende de fronteras

Si hace un siglo la población mundial de orangutanes superaba los 230.000 ejemplares, hoy, de estos seres que comparten el 96,4% de nuestro material genético, apenas quedan unos 118.000 contando sus tres subtipos, según datos de WWF. Su tasa de reproducción es bajísima y necesitan permanecer junto a sus madres durante cinco o seis años antes de valerse por sí mismos. Si la destrucción de las selvas tropicales mantiene su ritmo —deforestación para plantar pulpa de papel o palma aceitera, incendios, sequías— la esperanza de vida de esta especie no superará los cincuenta años.

La Fundación Bioparc, en colaboración con la asociación Borneo Nature Foundation, trata de ponerle remedio. Lo hace a través de la reforestación y la concienciación de la población local y, al tiempo, gracias al éxito del programa de cría científicamente controlada que lleva a cabo a la par en Fuengirola. También participan en Vietnam en la reintroducción del faisán de Edwards (Lophura edwardsi), tras haber rozado la extinción absoluta. Todos los esfuerzos importan, y la acción internacional es imprescindible. Por eso, Bioparc Acuario de Gijón se ha integrado en la EAZA (Asociación Europea de Zoos y Acuarios), para tomar parte activa de programas de cría, investigación y educación: ciencia aplicada, por el porvenir de la vida marina.

Dos especialistas trabajan con tortugas en el Crama (Centro de Recuperación de Animales Marinos de Asturias) de la Fundación Bioparc.

Asturias, aguas tropicales y el reto de educar

Los ecosistemas acuáticos son los protagonistas del Bioparc de Gijón, a través de un recorrido por 60 acuarios de agua dulce y salada, que recrean 12 ecosistemas, desde el Mar Cantábrico, Atlántico y Mediterráneo a los océanos Pacífico e Índico, el mar Caribe y grandes ríos y lagos africanos. En total, son cinco mil animales de 460 especies, entre los que destaca la difícil cría de corales de agua fría y tropicales, los tiburones toro, musola y gris, las rayas mosaico, los tiburones pintarroja o las tortugas boba. Una labor que, con especial hincapié en este centro, cede buena parte de su protagonismo a otro propósito importante: educar.

El papel de estos parques resulta de una importancia crucial en el camino común hacia la conservación biológica, porque sus posibilidades van mucho más allá de la labor de concienciación y del efecto que puedan causar en sus visitantes

Su nueva exposición Veneno: naturaleza letal rehúye el sensacionalismo para mostrar cómo el veneno ha sido, evolutivamente, un recurso esencial en la defensa, caza y supervivencia de muchas especies. En esta espectacular muestra se pueden contemplar algunos de los animales más venenosos del planeta y complementa la experiencia en el acuario con la incorporación de nuevas especies. Además, explora su potencial médico, desde analgésicos hasta tratamientos oncológicos.

En un mundo que parece resignado a perder su diversidad biológica, estos centros se alzan como espacios de resistencia y compromiso. No solo crían especies: restauran vínculos entre ciencia, naturaleza y sociedad. Porque conservar no es solo una cuestión de biología. Es, también, una decisión ética.

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