Diverxo, la extraña perfección del caos


La curiosidad me podía. ¿Habrían cambiado mucho las cosas? Mi propósito era sentirme como uno más de su brigada sin estorbar a nadie, reto complicado. Cuando alrededor de las 14.00 alguien gritó "¡Mesa 4 completa!", se empezaron a acelerar los gestos del equipo que desde media hora antes protagonizaba una auténtica vorágine. "¡Llevo vasos, cuidado!", "¡Voy con cuchillos!", "¡Voy, voy que quemo!" escuchaba por todas partes. Me refugié en una esquina junto a la salamandra y oí una voz familiar: "Hola, José Carlos". "Hola, David", le contesté tras girar la cabeza y encontrarme con David Muñoz rellenando dumplings. "¿Qué tal andas"/>
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