Un sistema cogido con pinzas
Las carencias en la conexión de la península Ibérica con el sistema eléctrico europeo se deben, en buena parte, al desinterés tradicional del gran vecino del norte para facilitar la competencia al sur de los Pirineos


En la isla energética España siempre ha estado presente la amenaza del apagón. La península Ibérica está cogida con pinzas al sistema eléctrico europeo debido, en buena parte, al desinterés tradicional del gran vecino del norte para facilitar la competencia al sur de los Pirineos. Apenas dos hilos de conexión −por Cataluña y el País Vasco− han aliviado las apreturas del sistema eléctrico peninsular. Como la necesidad aguza el ingenio, las carencias han obligado desde siempre a Red Eléctrica de España (REE), el gestor de la red de transporte de electricidad, a afinar la gestión de la previsión de demanda con la producción. Lo ha hecho con éxito y profesionalidad −reconocida por sus homólogos en Europa− durante décadas. Por eso extraña la forma en que al sistema eléctrico ibérico se le han fundido los plomos. A falta de profundizar en la investigación, todo indica que no ha sido un fallo en la previsión del gestor, sino un súbito desajuste de las curvas de demanda y producción que forzó el corte de los canales de interconexión con Francia.
El sistema eléctrico es un sistema delicado. El gran de REE desde el que se controlan 44.000 kilómetros de cable de la red de alta tensión −un duplicado por seguridad− nunca había sufrido un “cero total” hasta el 28 de abril −con excepción de los sistemas insulares−. Desde hace más de una década, los gobiernos y el gestor del sistema han trabajado para evitar lo que finalmente ha sucedido y aumentar la capacidad de interconexión con Francia. El esfuerzo sólo ha tenido un éxito relativo. En 2015, en la Cumbre de Madrid, los gobiernos francés y español ratificaron, a través de la firma de la Declaración de Madrid, la importancia de movilizar todos los esfuerzos necesarios para lograr el objetivo mínimo de interconexión del 10% de la producción instalada en cada Estado miembro para el año 2020. No se alcanzó. El Consejo Europeo también estableció como objetivo a los países , alcanzar un nivel de interconexión de al menos el 10% en 2025 y del 15% en 2030, con el resto de la Unión Europea. Tarea pendiente. Así, el sistema eléctrico español está conectado con Francia, Portugal, Andorra y Marruecos, pero las interconexiones son insuficientes para asegurar el equilibrio en caso de necesidad. En conjunto, el porcentaje de interconexión de la península Ibérica −España y Portugal− con el resto de Europa continental es del 2%, según Redeia. Por los pelos.
En un sistema aislado, la red de alta tensión que gestiona REE y la red de distribución −baja tensión− que controlan las grandes compañías son muy sensibles a cualquier incidente. Un error y el fantasma del apagón sale a escena. En el año 2004, cientos de miles de s de Andalucía se vieron afectados por apagones en plena ola de calor veraniega; tres años después, en 2007, la caída de un cable de Endesa sobre la subestación eléctrica de Collblanc dejó sin servicio a más de 350.000 clientes y en apenas un año (2019-2020) Tenerife registró dos ceros energéticos que causaron gran alarma en las islas. Los incidentes en la red no sólo afectan a sistemas aislados. Periódicamente se registran incidentes y apagones localizados en otras regiones europeas −Italia en 2003; Alemania en 2006; este de Europa el pasado año−. Pero una caída tan brusca y efectiva de la tensión en el sistema no es habitual.
El apagón ibérico obliga a revisar los sistemas de seguridad y a acelerar los trabajos de interconexión con Francia a través del golfo de Bizkaia, la primera interconexión submarina entre los dos países que debe aumentar la capacidad de intercambio desde 2.800 MW hasta 5.000 MW. El proyecto, que según Redeia avanza al ritmo previsto, debería entrar en servicio en el año 2028. Es mucho tiempo. En el mejor de los casos, quedan tres años hasta reforzar las conexiones con Europa. Mientras tanto, el sistema eléctrico ibérico seguirá conectado en precario. Una tentación para interesados en tantear catástrofes. En la capital, el día del gran apagón, un gran cartel frente al estadio Santiago Bernabéu proclamaba: “Somos la capital de la energía inagotable”. Un espejismo.
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