Negarnos la sal
Quizás no sea un buen momento para redactar esta carta puesto que, como muchos otros de las Juntas istrativas de los concejos alaveses, estoy agotado y cabreado después de tres días de nevadas, tres días en un tractor limpiando calles y carreteras, sacando coches y autobuses de las cunetas, tirando de pala, abriendo y cerrando arquetas. Tras esta labor desinteresada, hecha con la ayuda de otros vecinos, lo mínimo que un servidor se espera es un pizca de colaboración por parte de la Excelentísima Diputación, sobre todo cuando la emergencia es de tal calibre. Nunca habría podido imaginar que, al personarme el jueves en los almacenes de la Diputación para solicitar 1.000 kilos de sal para poderlos echar en las calles de Trespuentes me fuera denegada. Me pareció francamente indignante oír explicaciones del tipo "hay poca sal destinada a lugares más importantes" o "si todas las Juntas viniesen a por, sal sería un desmadre"...
¿Puede alguien explicarme porqué a una Junta istrativa se le deniegan 1.000 insignificantes kilos de sal, mientras que en Vitoria se dispusieron contenedores en las calles para que los vecinos se autoabastezcan? Este rechazo ha hecho que yo, y todos los vecinos a los que represento, nos consideremos ciudadanos de segunda.
Como representante de una entidad pública, por pequeña que sea, quiero reivindicar el derecho a recibir la debida asistencia y a que se me proporcionen los medios necesarios para hacer frente a todo tipo de emergencia, sin tener que rogárselo a nadie. Espero que lo ocurrido el jueves no vuelva a producirse, que se tengan en cuenta las necesidades de los pueblos y sepan estar a la altura de las circunstancias.
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