window.arcIdentityApiOrigin = "https://publicapi.elpais.noticiasgauchelpais.noticiasgauchas.com";window.arcSalesApiOrigin = "https://publicapi.elpais.noticiasgauchelpais.noticiasgauchas.com";window.arcUrl = "/subscriptions";if (false || window.location.pathname.indexOf('/pf/') === 0) { window.arcUrl = "/pf" + window.arcUrl + "?_website=el-pais"; }El Valle de los Caídos | Sociedad | EL PAÍS{"@context":"https://schema.org/","@type":["NewsArticle","Article","OpinionNewsArticle"],"headline":"El Valle de los Caídos","datePublished":"1976-09-24T00:00:00+02:00","dateModified":"1976-09-24T00:00:00+02:00","copyrightYear":2025,"description":"","articleBody":"Se está celebrando una mesa redonda sobre la pornografía. O sea, una mesa redonda sobre el tema de la cama redonda. La pornografía esta de actualidad. Pero lo sorprendente es el sitio adonde se han ido los señores pornógrafos (mejor, antipornógrafos) a celebrar su mesa: el Valle de los Caídos. Me parece que la elección del sitio ya es tendenciosa. De allí no se pueden sacar más que conclusiones contrarias a la pornografía, el erotismo y la chispa de la vida en general. El Valle de los Caídos es un sitio monumental y fúnebre, panteónico y faraónico, y ponerse a hablar de pornografía en el Valle de los Caídos, más que una incoherencia, es una maniobra: ¿quién será capaz de cantar a la vida al pie de la grandiosa fusa común? —Pues creo que de pisapapeles usan una calavera— apostilla el quiosquero. Ramón Areces me ha regalado un maniquí de sus escaparates. Me apasionan esas muñecas de pasta, esas mujeres siempre a la última moda, frías y bellas, a quienes los escaparatistas visten y desvisten a la vista del personal que pasa por la calle. Comparto con Luis Berlanga y Miguel Mihura el amor por las muñecas (adultas). Mihura tiene un cuento donde, a fuerza de observar a un maniquí de escaparate, un día la sorprende embarazada. ¿Es eso pornografía? ¿Por qué no nos han invitado a Berlanga, a Mihura y a mí al Valle de los Caídos? —Bueno, es que han invitado al padre Sobrino. Estoy seguro de que el padre Sobrino no tiene como ama de cura un maniquí de Ramón Areces. Porque resulta que para hablar de sexo siempre llaman a los más castos varones de la tribu. Viene a yerme una bella periodista y me acusa de defender a la mujer-objeto. —No defiendo a la mujer-objeto, pero para hablar de ética ya tengo a Aranguren.\t. . Creo haber escrito aquí mismo una crónica contra la-ola-de-erotismo-que-nos-invade. O sea que no soy sospechoso. Ahora, en Barcelona, un ilustre profesor universitario catalán, exiliado y retornado, se lamenta también de la ola esa. Yo creo que el fenómeno se agota en sí mismo. Lo malo de la libertad pornográfica es que es la única libertad que tenemos. Si tuviésemos otras, todas las demás; la pornografía sería como la canaricultura: la distracción inocente unos cuantos solitarios. No hay que protestar de la pornografía. Sino de la baza pornográfica que está jugando el Gobierno, o el Ministerio, o quien sea. —¿Y cuál es por ahora el tope de la cosa";display:block;height:1.0625rem;position:absolute;top:1.375rem;transform:rotate(128deg) skew(-15deg);width:.9375rem;box-shadow:-2px 2px 2px #00000017;border-radius:.125rem;z-index:10}} Ir al contenido
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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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El Valle de los Caídos

Se está celebrando una mesa redonda sobre la pornografía. O sea, una mesa redonda sobre el tema de la cama redonda. La pornografía esta de actualidad. Pero lo sorprendente es el sitio adonde se han ido los señores pornógrafos (mejor, antipornógrafos) a celebrar su mesa: el Valle de los Caídos.

'Me parece que la elección del sitio ya es tendenciosa. De allí no se pueden sacar más que conclusiones contrarias a la pornografía, el erotismo y la chispa de la vida en general. El Valle de los Caídos es un sitio monumental y fúnebre, panteónico y faraónico, y ponerse a hablar de pornografía en el Valle de los Caídos, más que una incoherencia, es una maniobra: ¿quién será capaz de cantar a la vida al pie de la grandiosa fusa común?

—Pues creo que de pisapapeles usan una calavera— apostilla el quiosquero.

Ramón Areces me ha regalado un maniquí de sus escaparates. Me apasionan esas muñecas de pasta, esas mujeres siempre a la última moda, frías y bellas, a quienes los escaparatistas visten y desvisten a la vista del personal que pasa por la calle. Comparto con Luis Berlanga y Miguel Mihura el amor por las muñecas (adultas). Mihura tiene un cuento donde, a fuerza de observar a un maniquí de escaparate, un día la sorprende embarazada. ¿Es eso pornografía? ¿Por qué no nos han invitado a Berlanga, a Mihura y a mí al Valle de los Caídos?

—Bueno, es que han invitado al padre Sobrino.

Estoy seguro de que el padre Sobrino no tiene como ama de cura un maniquí de Ramón Areces. Porque resulta que para hablar de sexo siempre llaman a los más castos varones de la tribu. Viene a yerme una bella periodista y me acusa de defender a la mujer-objeto.

—No defiendo a la mujer-objeto, pero para hablar de ética ya tengo a Aranguren. .

. Creo haber escrito aquí mismo una crónica contra la-ola-de-erotismo-que-nos-invade. O sea que no soy sospechoso.

Ahora, en Barcelona, un ilustre profesor universitario catalán, exiliado y retornado, se lamenta también de la ola esa. Yo creo que el fenómeno se agota en sí mismo. Lo malo de la libertad pornográfica es que es la única libertad que tenemos. Si tuviésemos otras, todas las demás; la pornografía sería como la canaricultura: la distracción inocente unos cuantos solitarios. No hay que protestar de la pornografía. Sino de la baza pornográfica que está jugando el Gobierno, o el Ministerio, o quien sea.

—¿Y cuál es por ahora el tope de la cosa"> window._taboola = window._taboola || []; _taboola.push({mode:'thumbs-feed-01',container:'taboola-below-article-thumbnails',placement:'Below Article Thumbnails',target_type:'mix'});

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