Medio Barcelona puede con el Fenerbahçe

No hay quién entienda a este Barcelona, un equipo que vive en el tiovivo, que definitivamente es capaz de lo mejor y de lo peor. Aunque, con callo para jugar a contracorriente, pues ha sufrido lesiones de gravedad (Núñez, Laprovittola y Metu se pierden la temporada; además de un Vesely que lleva meses en la rebotica) y hasta ha sufrido una pañolada en el Palau por ser un equipo de lo más anémico ante rivales menores, también blandengue en los finales calientes, el Barça saca su orgullo y baloncesto en las últimas fechas. Y con eso, además de una actuación estelar de Parra y ya rutinaria de Parker, le alcanzó para batir al Fenerbahçe, el líder de la Euroliga. Un triunfo que le asegura plaza en el play-in y que, de ganar a la Virtus Bolonia en el último envite de la fase, seguramente le valga un salvoconducto para el play-off.

Comenzó el conjunto azulgrana con efusividad, sostenido por la dirección de un Satoransky que últimamente asume los galones de líder, las manos que ordenan el baloncesto y la voz que alienta al equipo, carácter puro. Eso y la muñeca de Parker, siempre fino estilista, dio la bienvenida a un Fenerbahçe que, sin embargo y alentado por su efervescente afición, no tardó en replicar. Ninguno como Hayes-Davis, que se sabe tan importante como bueno, que le sobran puntos en las manos. Aliñado después por un triple de Zagars, el equipo turco tomó la delantera y explicó que al Barça le hace falta y con urgencia la vuelta de Vesely (o que Hernangómez se entone), pues con Fall de pívot hay una laguna en los dos aros: primero porque el juego ofensivo se enreda en sus manos, pases destartalados y previsibles; y después porque no utiliza su corpachón para imponer su ley en la botella. Una laguna que Punter y Brizuela pudieron corregir antes de acabar el acto (23-21).

La falta de rotaciones de calidad se notó en el Barcelona, empecinado Punter —recién renovado hasta 2028— en hacer siempre la suya, en jugársela antes que en pensar en lo colectivo. No tenía el día y se lo hizo pagar el Fenerbahçe, jerarca en los rebotes —la tara perenne de los azulgrana— y atinado en los triples, con Hayes-Davis y Biberovic. Y eso que Parra, que no acaba de dar el salto como sí lo ha hecho Brizuela -que a cada partido pide más protagonismo con puntos-, discutió la supremacía del rival, rebotes y canastas. Y aunque tendría más, mucho más, por el momento era poca cosa para un Hayes-Davis totémico, versión muy alejada de la que destiló con el Barcelona hace tres temporadas, jugador que disputa más minutos que nadie en la Euroliga y que tiene el récord de puntos en la competición (50 ante el Alba Berlín); y poca cosa para Hall y Baldwin, que entraron en combustión para poner tierra de por medio, 50-39 al entreacto.

Aunque el Fenerbahçe sonreía con las idas y venidas, feliz por la defensa de paja adversaria (otra lacra azulgrana en el curso), Parker y sobre todo Satoransky volvieron a levantar la mano, capaces de hacer grande el aro, de hilvanar una canasta con otra. Un parcial de 2-11 que descorchó el enfado morrocotudo de Jasikevicius, que pidió un tiempo muerto para poner las cosas en su sitio. Pero el Barça, atornillado ya Hernangómez bajo el aro y no Fall, al fin intenso en el ejercicio defensivo, consiguió ponerse a cuatro (66-62). Una pájara turca en toda regla que llevó el envite a la incertidumbre.

Anulado por una noche Punter porque Hall le hizo un marcaje al hombre para enseñar en las escuelas, el balón pasaba siempre por las manos de Parker, de menos a más, un soliloquio delicioso que valió para poner las tablas con ocho minutos por jugar. La orquesta, sin embargo, la puso Parra, al fin gallardo y decisivo, jugador principal y no de aliño, enorme frente a los mejores. Actuaciones que, por una vez, explicaron que el Barça tiene carácter, que es capaz de recuperar una desventaja de 15 puntos y que, aunque en ocasiones sea la casa del Tócame Roque, puede competir y ganar a cualquiera. Incluso al líder de la Euroliga, que se despistó a mitad de encuentro y ya no encontró el camino de regreso. Lo celebra el Barça, que ya tiene el play-in asegurado y que, después de un año con más chascos que alegrías, mira hacia arriba y no hacia abajo.