A fuerza de agua
Tierra de vinos, aparte de contar con lagares rupestres, este municipio fronterizo ofrece cinco manantiales mineromedicinales a los que peregrinar y un parador que supone un retiro sobre el río Támega

Tal vez no alcance el jolgorio de una romería, pero los habitantes de Verín (Ourense) acuden con fervor a los cinco manantiales mineromedicinales que hay en el municipio. Cargan con botellas, beben de esas aguas que –dicen los que saben– sirven para eliminar toxinas, ayudan a hacer la digestión, como la de la fuente de Cabreiroá, que sale con gas de lo más profundo de la tierra. A los convencidos se los llama agüistas, sean de la zona o estén de visita. Un peregrino ilustre es Óscar Chaves, jefe de recepción del parador de Verín, 17 años en la labor de dar consejos a los recién llegados. Cuando estaba empezando a perder pelo iba a remojarse la cabeza, confiesa. Luce calva, pero no ha perdido su entrega. Sigue guiando a los de fuera a los manantiales, una práctica original en esta tierra de vinos y lagares rupestres.
Dentro del parador
El agua se consume cruda, tal cual la entrega la naturaleza, a una temperatura constante de 18 o 19 grados según de donde brote. Sabe, si uno hace el esfuerzo, a frutos secos (o a tierra, a terruño) y huele a azufre (a podrido), pero está bien, está rica, el olor se explica por la presencia de sulfuro de hidrógeno, un gas que se genera de forma natural en algunos manantiales, y varía de unos a otros. Al restaurante del parador llega tratada, eso sí, en envases de diferentes marcas, como se vende al público. Va bien con el pulpo y el bacalao, con lo propio: los mejores tentáculos rosados, vengan de donde vengan, se comen en el interior de Galicia, y Portugal queda a media hora.
El parador, una recreación de un pazo gallego, es un retiro, sintetiza David Lorenzo, su director. Un retiro por el que se puede vagar. El jardín, donde una piscina recuerda a un laguito cuando no es verano, desemboca en una vista a Verín, al valle del Támega y a las montañas. La misma vista que ofrecen algunas habitaciones –ese día una pareja jugaba a las cartas en su terraza con este fondo de pantalla–. En la perspectiva contraria, en alto, queda el castillo de Monterrei, al que se llega en 10 minutos a pie.
Actividades para todos en un entorno natural
Visitas culturales, turismo sostenible, dinamización de la zona…
Cómo sacarle el máximo partido a la zona en la que se ubica el parador de Verín
En el restaurante del parador, Lorenzo, antes de que llegue el bacalao, señala un vino de la DO Monterrei en la carta, la otra bebida que atrae clientes. Pero lo primero es el agua. El director tiene discurso al respecto. Dice que hay que dignificarla, que los manantiales tienen mucha historia. Que se debe dar a conocer, y aquí se está haciendo. Hay un circuito para ir a dar un buche de cada una de esas fuentes. Se llama la ruta del agua y comienza en la oficina de Turismo de Verín, donde el visitante recibe un kit que incluye un vaso plegable que se puede colgar de la presilla del pantalón (como si fuera la concha del peregrino) y un pasaporte para ir acumulando sellos (como la compostelana). Pero no es el Camino de Santiago esto. Es más espontáneo, más desconocido. Está más en bruto, y eso le da carácter. Uno bebe al lado de un vecino, no de un coreano. “El agua no se puede almacenar. A los dos días se pone mala. Está sin tratar”, advierte Chaves, también cigarrón, uno de los personajes más característicos del entroido (carnaval) de Verín, la gran fiesta del pueblo.
Chaves es también el nombre de la ciudad portuguesa que está hermanada con Verín. Constituyen una eurociudad, es decir, dos localidades fronterizas que se unen para promover servicios y políticas comunes en cultura, turismo, comercio… Hay otra también de renombre en el sur, la eurociudad del Guadiana, que fusiona Ayamonte (Huelva) con Vila Real de Santo António y Castro Marim. “Portugal queda muy cerca”, insiste Lorenzo, como todos los directores de paradores ubicados al lado del país vecino. Chaves (20.000 habitantes) está a media hora en coche de Verín. Los clientes del parador siempre se acercan. Todo pasa en el río, en el Támega, el mismo que surte a Verín. Un puente romano (el de Trajano) que lo cruza desde el siglo I, un paseo arbolado que lo delimita, el museo de las Termas Romanas de Chaves que se asoma a la corriente, que atesora agua a 76º C, balnearios medicinales...
Vino de hace 2.000 años
El Imperio Romano siempre está preparado para las visitas. La viticultora Purificación García se acuerda de esos tiempos. La primera parada que realiza con los clientes es en un lagar rupestre del siglo II (hay 46 en la zona). Ubicado en un alto, desde estos pilones de piedra hoy sin mosto se ven los viñedos y las montañas que frenan el aire frío y las nubes para que la uva se cargue de azúcar y dé el vino que da desde hace milenios. Las temperaturas son extremas en Ourense y la pluviometría es baja, dice García, que tienta al visitante, le anuncia que con sus blancos y sus tintos –Triay se llama la bodega– va a servir una tortilla que ha cocinado esta mañana. “Lo tenemos todo para el vino. Sol, minerales en el suelo y agua”, dice. El agua no se ve. Es la que mana, la que se almacena en esta zona y mantiene las cepas irrigadas, la que salía de las fuentes mineromedicinales.
Mientras conduce hacia otro lagar, García habla del pimiento de Oímbra, municipio de la comarca de Verín donde se ubica su bodega. “Asado o frito en bocadillo”, recomienda. La misma fertilidad de los suelos y el mismo clima lucen en el amarillo verdoso de la uva godello con la que se elaboran los blancos y en el verde eléctrico del pemento.
Ana, Óscar y Rosy recomiendan

Hay un sendero, la Ecovía, que pasa por Verín y llega hasta Chaves, ya en Portugal. Vas pegado al río Támega. Se puede hacer a pie, en bici o en caballo. Por el camino te encuentras con parques para que jueguen los niños, merenderos para descansar. Son 30 kilómetros.
Ana Carnero
Jefa de istración 2 años en Paradores

El parque natural de Invernadero cuenta con paisajes espectaculares. En él habitan ciervos, lobos, aves. Hay rutas de senderismo. Hay que mandar los datos por WhatsApp para obtener una autorización de . Aquí en el parador ayudamos a los clientes a hacerlo.
Óscar Chaves
Jefe de recepción 17 años en Paradores

A quien le guste el senderismo, la ruta del Pozo do Demo, circular y de unos 14 kilómetros, está fenomenal. Está muy bien indicada, cuenta con subidas y bajadas, pero no tiene dificultad. Te encuentras un mirador con un banco, llegas a una garganta... Arranca en Verín.
Rosy Alvar
Jefa de comedor 10 años en Paradores
Sin necesidad de mover el coche del parador, se puede visitar el entorno del castillo de Monterrei. Las obras de acondicionamiento de esta antigua ciudad en la que se encuentra se espera que acaben a final de año. Roberto Blanco, de la oficina de Turismo de Monterrei, recuerda que esta fortaleza defendía España de Portugal. Se encuentra en la conocida como la Raya seca. La Raya húmeda es el Miño, que separa Tui (Pontevedra) de Valença, por citar dos municipios importantes a ambos lados de la frontera. El castillo no es más que una parte de la ciudad fortificada (se observan tres murallas de distintas épocas), que albergó la primera imprenta de Galicia, de donde salió en 1494 el Misal Auriense. La iglesia de Santa María de Gracia, dentro del recinto, cuenta con una réplica.
Visto desde lejos, se observa una fortaleza en alto. Cuesta imaginarlo, pero hasta los años ochenta del siglo pasado residía gente en las viviendas que lo rodeaban. Pronto podrán volver a hacerlo. Esas casas son de propiedad privada y algunas se están rehabilitando junto con los trabajos en el castillo. Uno de los edificios de la ciudad amurallada, el palacio de los Condes, acoge el parador Castillo de Monterrei, que abrirá de nuevo a principios de 2026. Dice Lorenzo, el director, que con la llegada del buen tiempo los clientes de uno y otro son intercambiables. Y el buen tiempo es ya. Después habrá que bañarse en la piscina y todo el año, beber de las fuentes y sanar.
Galicia, en 13 paradores
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