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El galope de un caballo aceleró la llegada del cine

Una exposición en el Museo Universidad de Navarra rememora al fotógrafo inglés Eadweard Muybridge, pionero en secuenciar el movimiento en imágenes gracias a un experimento con un corcel

La secuencia del galope de un caballo con la que Eadweard Muybridge demostró que hay momentos en que el animal tiene las cuatro patas en el aire. La imagen pertenece a su libro 'Animal Locomotion', que publicó en 1887.
Manuel Morales

Varios amigos millonarios de la costa Oeste de Estados Unidos, más científicos y artistas, mantenían una discusión un tanto bizantina en 1872: saber si cuando un caballo galopaba, había algún momento en que ninguna de sus cuatro patas tocaba el suelo, algo invisible para el ojo humano. Uno de ellos, Leland Stanford, magnate ferroviario y fundador de la universidad que llevaría su apellido, apuntó quién podía ayudarles a resolver el dilema: un inglés afincado en San Francisco, conocido por sus investigaciones sobre el movimiento y la fotografía, Eadweard Muybridge (1830-1904). Este inventor no solo dio respuesta al debate, sino que contribuyó a la llegada del cine gracias a que logró secuenciar el movimiento. A este pionero de la fotografía le dedica el Museo Universidad de Navarra (MUN) una exposición hasta el 24 de agosto.

Sin embargo, antes de dedicarse a tomar imágenes, Muybridge, cuyo verdadero nombre era Edward James Muggeridge, fue “un librero que se había marchado a EE UU para hacer fortuna”, dice Ignacio Miguéliz, comisario junto a Valentín Vallhonrat de la muestra, titulada Eadward Muybridge: fotografía y movimiento, la número 60 en los 10 años del MUN, un aniversario por el que es gratuita para el público.

Serie de un hombre saltando del libro 'Animal Locomotion' (1887), de Eadweard Muybridge, que puede verse en la exposición en el Museo Universidad de Navarra.

En un viaje en diligencia en el que Muybridge iba de San Francisco a Nueva York, el vehículo volcó y el fotógrafo quedó malherido y estuvo en coma. Cuando empezó a recuperarse decidió regresar a Inglaterra en 1860. En su país profundizó en el conocimiento técnico de la fotografía y, ya con su nombre artístico, volvió a EE UU. Su objetivo fue captar parques naturales y cielos nocturnos. El resultado lo convirtió en un fotógrafo reputado, lo que le proporcionó un encargo del Ejército: fotografiar el nuevo Estado de la unión, Alaska, como se cuenta en la novela gráfica Una fracción de segundo (Astiberri, 2024), de Guy Delisle, sobre la vida de Muybridge.

Fue entonces cuando Stanford le comentó la cuestión del galope de los caballos, pero tras aceptar el reto, un suceso trastocaría los planes. Muybridge, que se había casado con una joven a la que doblaba la edad y que había conocido en un estudio fotográfico como retocadora de imágenes, descubrió que le engañaba con otro hombre, aburrida durante las largas ausencias de su marido. Cuando este se enteró, enloquecido, cogió una pistola y acudió al rancho donde estaba el amante y le mató de un disparo a quemarropa. Sin embargo, el jurado le declaró no culpable por “justificable homicidio”. Cosas de la época.

“Como el muerto era alguien conocido en San Francisco, sus abogados aconsejaron a Muybridge que se fuera por un tiempo”, apunta Miguéliz. Reapareció en Centroamérica, donde se dedicó a algo tan relajante como pintar y fotografiar las bahías de Guatemala y Honduras. Hasta que regresó a la ciudad californiana para retomar el empeño del galope del caballo. Su esposa había fallecido por unas fiebres con 24 años.

Imagen número 187 del libro 'Animal Locomotion' (1887), de Eadweard Muybridge.

En una recta de la finca con cuadra de caballos de Stanford en la ciudad de Palo Alto, Muybridge instaló dentro de una construcción de madera varias cámaras fotográficas alineadas, cada una con una placa de cristal. El obturador de cada cámara se accionaba al paso del animal gracias a un complejo sistema de hilos.

Tras muchos intentos fallidos, ¡eureka!, el fotógrafo capturó en una serie de imágenes el momento en que ninguna de las patas del caballo, que se llamaba Sallie Gardner, tocaba el suelo. Fue a mediados de junio de 1878 cuando logró fraccionar en imágenes un segundo. El “instante decisivo” mucho antes de que lo canonizara Cartier-Bresson. En la novela gráfica de Delisle se recuerda que esa técnica se sigue empleando en los efectos especiales del cine.

Secuencia de un perro caminando para estudiar sus movimientos, una de las series de 'Animal Locomotion' (1887), de Eadweard Muybridge.

Esa secuencia del caballo es una de las 56 que pueden verse en la exposición. Todas las imágenes son de un álbum con un total de 93 que pertenece a la colección de dos patronos del MUN, Ernesto Fernández Holmann y Marta Regina Fischer Fernández. Son copias del trabajo más célebre que publicó Muybridge, Animal Locomotion, de 1887, un hito de la fotografía científica, que contenía 781 secuencias de humanos y animales en movimiento (perros, caballos, cabras, ciervos, leones, aves al vuelo...) y desde diversos ángulos. Un costosísimo proyecto que financió la Universidad de Pensilvania. Las posturas de los modelos humanos buscadas por el fotógrafo y las tomas escogidas daban el toque artístico a un experimento científico.

“De las diferentes placas fotográficas que colocaba en las cámaras, elegía las que mejor mostraban la evolución del movimiento y las unía para positivarlas en una sola imagen”, según el comisario.

En la exposición hay series de una mujer abriendo un paraguas o cogiendo un cesto o bajando una escalera. Esta última fue polémica porque la retrató desnuda. Sin embargo, Vallhonrat escribe en la hoja de sala que esta toma “favoreció la llegada de obras de arte como Las señoritas de Aviñón, de Picasso, o Desnudo bajando una escalera nº 2, de Duchamp, que integraron en una imagen distintos planos del cuerpo".

Un modelo desnudo del fotógrafo Eadweard Muybridge imita el movimiento de un discóbolo en una serie y en otra camina, en la exposición que puede verse en el Museo Universidad de Navarra.

“Esas representaciones precisas del movimiento ayudaron a artistas como Rodin, Degas o Bacon, entre otros”, apunta Vallhonrat, que recuerda el particular caso del pintor francés Jean Louis Ernest Meissonier, gran especialista en pintura ecuestre, quien modificó algunas escenas de sus cuadros tras conocer el trabajo de Muybridge.

También puede verse en la sala del MUN a un hombre haciendo el giro de un discóbolo, otro desnudo que golpea una pelota con un bate de béisbol, uno que salta... Tanto cuerpo al aire acabó por escandalizar a la sociedad sanfranciscana, así que Muybridge tuvo que colocar un taparrabos a los hombres y unos vestidos vaporosos a las mujeres.

Imagen secuenciada del vuelo de un ave para el libro 'Animal Locomotion' (1887), de Eadweard Muybridge, en la exposición que le dedica el MUN

“Fue un revolucionario porque además su obra sirvió para la llegada de un nuevo arte, el cine. Hay que imaginarse lo que suponía en aquella sociedad ver este tipo de imágenes en movimiento”, agrega Miguéliz.

Esa inagotable curiosidad investigadora le llevó a inventar un aparato, el zoopraxiscopio, precursor del cinematógrafo. Era un proyector que iluminaba un disco con imágenes que al girar creaba la ilusión óptica del movimiento. Sí, como una película, pero 16 años antes de la primera proyección pública de los hermanos Lumière. La fama de Muybridge se extendió de EE UU a Europa.

Una de las imágenes de la exposición 'Eadweard Muybridge: Fotografía y movimiento', en el Museo Universidad de Navarra.

También la medicina se benefició de su obra (en anatomía permitió conocer mejor los movimientos de las articulaciones y músculos del cuerpo humano). Incluyó en sus fotos a personas con discapacidades o a una con una pierna artificial, lo que dio información valiosa para la fabricación de prótesis. El deporte o la danza fueron otras disciplinas favorecidas.

Muybridge regresó definitivamente a Inglaterra. Sus últimos años los dedicó a dar conferencias y a defender su obra, que fusionaba ciencia y arte, para pasar a la historia como un pionero de la investigación del movimiento. Fue el hombre que detuvo el tiempo.

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.
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