Cómo ganarle a la derecha
Los nuevos votantes han sido el grupo determinante en las elecciones desde que se implementó el voto obligatorio y en ese mundo no gana la moderación, no gana el estatismo, no gana el centrismo ni tampoco el izquierdismo

Las fuerzas de izquierda y centroizquierda que nos mediremos en la próxima primaria presidencial no solo compartimos, ciertamente con diferencias, objetivos comunes y visiones compartidas de lo que el país requiere para superar sus actuales problemas. Compartimos también la convicción de que no es bueno para Chile que el próximo Gobierno sea de derecha, de la tradicional (cada vez más errática) o de la extrema. Sin embargo, y no es secreto para nadie, las derechas corren con ventaja.
Considerando este dato de la causa, cada una de las candidaturas que competirá en junio tiene que convencer a los votantes potenciales e indecisos de que es la mejor opción para derrotar a Matthei, Kast o Kayser. Con este objetivo claro, las candidatas y candidatos se han desplegado y han hecho esfuerzos por mostrarse como representantes de “una izquierda moderna”.
Jeannette Jara se instala como una mujer de izquierda, comunista, capaz de llegar a acuerdos y de dialogar con gremios empresariales. Sin embargo, tambalea cuando es confrontada por la posición de su partido frente a regímenes autoritarios como el de Maduro en Venezuela y el de Ortega en Nicaragua. Carolina Tohá, por su parte, con frecuencia presenta su candidatura como aquella que, en contraposición a las otras, encarna una izquierda democrática, que no es estatista y que cree en la colaboración pública privada, que no tiene complejos con utilizar la fuerza del Estado para asegurar el orden público, que no se pierde en agendas identitarias y que apunta al universalismo, que es responsable fiscalmente, que se preocupa del crecimiento. Cada adjetivo contiene, a su vez, señalamientos a sus contendores, quienes son presentados como versiones caducas y anacrónicas. Jaime Mulet no se considera de izquierda, sino heredero del humanismo cristiano.
Todas las candidaturas coinciden en que para ganarle a la derecha debemos ser capaces de convocar y sumar a otros sectores. Por lo tanto, la mejor candidatura será aquella que logre la mayor amplitud posible. Sin embargo, las diferencias aparecen a la hora de definir cuáles son los sectores clave para lograr ese objetivo. Analizando los nombres que Jeannette Jara ha sumado a su comando, podríamos suponer que está apostando por una izquierda que hoy está fuera de la alianza de Gobierno. Podemos suponer también que Jaime Mulet está apostando a los defensores de lo local que también están fuera del oficialismo (al menos algo de eso debe haber en su acercamiento a Jorge Sharp). Carolina Tohá, por su parte, está apuntando claramente a sectores votantes de la ex Concertación que se identifican con la moderación como principal virtud política, que fueron adversos al surgimiento del Frente Amplio y que defienden cerradamente los 30 años. ¿Esos sectores existen? Por supuesto que sí, pero son acotados y en forma alguna serán determinantes en la disputa contra la derecha, aunque puedan ser relevantes en el contexto de la primaria.
El diputado Gonzalo Winter, candidato del Frente Amplio, tiene sus propias apuestas. Ante la cuestión del tipo de izquierda que quiere representar, no ha titubeado en sus críticas a los autoritarismos que se proclaman socialistas. En lo que respecta a al rol del Estado, quiere asignarle un lugar estratégico, al tiempo que defiende un concepto no estatista de lo público, que no se reduce a la idea de colaboración pública privada (que hoy en día suena más bien a la cuenta del TAG y los peajes que pagamos para circular por las carreteras construidas bajo ese principio), sino que apunta a salir de la lógica del enriquecimiento con nuestros derechos más vitales: pública es la educación que no es un negocio para los dueños de los establecimientos, pública es la lógica de las instituciones de salud –incluyendo privadas- que no lucran con la enfermedad y la desgracia, pública es la vivienda accesible y adecuada, contraria a la especulación inmobiliaria. Para el Frente Amplio, una izquierda moderna es aquella empeñada en que no vivamos esclavos de los intereses de los poderes económicos, de los bancos y las financieras del retail, de las deudas por enfermedades o por estudiar.
No es casualidad el sano empecinamiento del Frente Amplio en acabar con el CAE y condonar las deudas educativas en la mayor proporción posible para la mayor cantidad de gente, agenda que hasta hace pocos años era tildada de imposible y, sobre todo, de irresponsable. Es gracias a este empecinamiento que hoy existe un consenso en que lo irresponsable es que el Estado se siga desangrado en pagos a los bancos y que lo mejor es implementar un sistema racional de financiamiento de la educación superior que produzca desarrollo y no jóvenes endeudados.
Ir desmontando el imperio del mercado es lo que el Frente Amplio entiende por izquierda moderna.
Al mismo tiempo, la candidatura de Gonzalo Winter tiene una convicción respecto de a quiénes hay que convocar para ganarle a la derecha y de por qué la moderación no sirve para este fin. A diferencia de lo que las otras candidaturas plantean, la clave no está ni el centro ni en la izquierda, sino por fuera de las coordenadas de la política tradicional, principalmente en esos cerca de tres millones y medio de nuevos votantes que se integraron al proceso electoral producto del voto obligatorio y que son, en un porcentaje superior al 70%, pertenecientes a los sectores populares.
Las y los nuevos votantes han sido el grupo determinante en las elecciones desde que se implementó el voto obligatorio y en ese mundo no gana la moderación, no gana el estatismo, no gana el centrismo ni tampoco el izquierdismo. El mundo de los nuevos votantes, y de los sectores populares en general, es un mundo pragmático, que quiere soluciones, que cobra las promesas, que no tiene paciencia. En ese mundo, tendrá una oportunidad quien conecte con los temores, las rabias y las frustraciones que las grandes mayorías sienten. No basta con hablar de crecimiento sin hablar al mismo tiempo de sueldos, miedo al desempleo o al subempleo, endeudamiento, costo de la vida, precio de los arriendos, a la casa propia, falta de tiempo para estar con los hijos, terror a que los capture el narco.
Quienes estamos convencidos de que la clave está en los sectores populares, estamos convencidos también de que solo podremos entrar ahí con propuestas radicales en el plano económico y material que logren demostrar que hemos puesto en el centro de nuestros objetivos las preocupaciones y urgencias de las grandes mayorías. No faltarán quienes digan que es irresponsable fiscalmente. Pero en estas materias, precisamente, es en las que el Frente Amplio ha sabido marcar la diferencia. Así cree el Frente Amplio que podemos ganarle a la derecha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.