Sheinbaum valora el Princesa de Asturias al Museo de Antropología como “un pasito” para el “reconocimiento de las atrocidades de la conquista”
La presidenta mexicana ve en el premio un “gesto de la Corona española” en un momento de tensión en las relaciones entre ambos países

Apenas 10 días después de que la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide fuera distinguida con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, un nuevo galardón de esa misma institución ligada a la monarquía española ha viajado a México: el gran Museo de Antropología ha recibido el premio a la Concordia. El antropológico es una joya cultural de calado universal, pero este reconocimiento tiene un regusto político innegable en un momento en que las relaciones diplomáticas entre España y México no atraviesan su mejor momento. Y las palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum han venido a confirmarlo: “Es un gesto por parte de la Corona española, ya dieron el primer pasito, espero que continúen en ese proceso de reconocimiento pleno a las grandes civilizaciones del pasado, a los pueblos de hoy y a las grandes atrocidades que se cometieron en la llamada conquista española”.
Tanto el trabajo de Graciela Iturbide como el valor divulgativo de la colección del Antropológico están anclados en las culturas mexicanas de ayer y de hoy, con la mirada puesta en las grandes civilizaciones que se conservan del pasado prehispánico y la fenomenal herencia que todavía representan en la actualidad cultural y social mexicanas. Son, claramente, dos premios que contribuyen a restañar las heridas abiertas que dejó aquella petición de perdón que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador lanzó a Felipe VI en 2019, como símbolo de concordia y asunción de la crueldad que dejaron la invasión de Hernán Cortés y los posteriores virreinatos en México, cuyos pueblos originarios fueron salvajemente maltratados. La carta privada del presidente mexicano salió a la luz en los medios de comunicación y por toda respuesta recibió el “rechazo firme” de atender la petición.
El malestar entre ambos países iba curándose poco a poco con esfuerzos diplomáticos cuando un nuevo golpe desbarató los primeros ladrillos el pasado 1 de octubre. Ese día, Sheinbaum, sucesora de López Obrador, tomaba posesión de su cargo en una ceremonia solemne con autoridades de medio mundo donde destacaba la ausencia del Rey, que no estaba invitado por la misma razón: los desplantes y el desprecio que, según la presidenta, había dedicado la Monarquía a México. El revolcón en las relaciones que supuso la exclusión del rey de la toma de posesión dejó también la ceremonia sin la presencia del presidente Pedro Sánchez, que él sí estaba invitado, pero declinó.
España es el segundo país inversor de México después de Estados Unidos. Son muchas las empresas y los bancos españoles que se desempeñan al otro lado del Atlántico en la actualidad, pero las relaciones entre ambos países van más allá de lo económico y de la época de la conquista y el virreinato. La llegada a México de más de 20.000 españoles huyendo de la Guerra Civil y la dictadura franquista escribió una de las páginas más exitosas en la historia de los exilios. Ambos pueblos se abrazaron entonces en una simbiosis fértil y solidaria que echó nuevas raíces en la relación política. Ese legado sigue muy presente hoy en día: muchos de los cargos que han participado en la istración de López Obrador, primero, y de Sheinbaum, ahora, son nietos o familiares directos de aquellos españoles expulsados por el fascismo. Y esa ha sido una de las vías de reconciliación que se han manejado en estos meses de diplomacia congelada.
En junio del año pasado, el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres Pérez, visitó México para celebrar a los exiliados y su legado, y el Ateneo Español recibió el primer premio de Memoria Democrática que se entregaba fuera de España. Fueron unos días de convivencia entre ambos países que iban enderezando el altercado diplomático, hasta el batacazo de octubre. Otro ministro, esta vez el de Cultura, Ernest Urtasun, hizo lo propio con motivo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que en 2024 tenía como invitado especial a España. Urtasun se reunió con su homóloga mexicana, Claudia Curiel, precisamente en el museo Antropológico ahora galardonado. De aquellos os salieron futuras colaboraciones bilaterales en materia de cultura. El Princesa de Asturias que hoy se concede debe enmarcarse en estos acercamientos.
Las declaraciones de la presidenta Sheinbaum este miércoles mencionaron la palabra prohibida: perdón. “Pues a ver si empiezan por ahí a pensar en pedir perdón”, comenzó su respuesta a preguntas de los periodistas. Pero inmediatamente habló del “gesto de la Corona”. Y ese mensaje no ha pasado inadvertido para nadie. México y España no pueden darse la espalda, es fuerte el pegamento que los une. Incluso a los descendientes de los exiliados, que aún llevan en México la bandera de la República española en su corazón y así lo manifiestan siempre, les dolió el enfado del gobierno mexicano con Felipe VI. Parecería un contrasentido, pero dada la visita del Rey al campo de concentración de Mathausen el pasado 11 de mayo, donde fueron deportados más de 7.000 republicanos españoles, parece que la historia viene en auxilio del entendimiento entre hermanos y países.
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